Redacción Jóvenes
Una cosa es hacerse el teatrista y otra es actuar de verdad… Cuando estudias para ser actor de teatro los exámenes no son escritos, tampoco son orales, sino sobre las tablas, con público y todo.
Dónde aprender
La carrera de teatro se abre cada semestre en la Universidad Central del Ecuador, en Quito. Debes dar pruebas de admisión, que son las mismas para todas las carreras. No tiene costo.
La escuela Malayerba también ofrece clases de teatro. Si te interesa está ubicada en la Sodiro y 6 de Diciembre (plazoleta de la iglesia de El Belén).
La escuela de Contraelviento da clases de teatro y está ubicada en la calle Espejo y Flores esquina. La entrada es por la frutería Monserrate.
Si te interesa aprender clown, bufón y otros estilos teatrales, acude al Cronopio. Está en la terraza de la Casa de la Cultura, edificio de los espejos.Por eso, Francisco Velasteguí se preparó esta semana para ser el protagonista de una obra de teatro. “No nos enfocamos tanto en la nota, sino en dar un espectáculo a la gente”, dice el joven de 21 años. Y eso hicieron, prepararon el vestuario, la utilería, y lo más importante, se pusieron en los pies de sus personajes.
Toda la semana pasada, los estudiantes de teatro de la U. Central asumieron otros papeles, los de actores, los de personajes de siglos pasados. Su examen consistió en poner en escena dos comedias antiguas: ‘La balada de los tres inocentes’ y ‘Alesio, una comedia de tiempos pasados’. La prueba de fuego fue actuar frente al público, a sus amigos, a sus familiares y demostrar que el teatro es una carrera como otras.
Y eso no fue cosa de improvisaciones, según José Zúñiga, otro estudiante. Al principio del semestre, los chicos leyeron varios textos, eligieron una historia, hicieron audiciones y al final trabajaron en su personaje.
El escenario y la ropa fue reto para la imaginación. La mayoría de atuendos fue elaborado por ellos , con ropa reciclada de otras obras. El ambiente en los camerinos del teatro de la Facultad de Artes estaba matizado por la emoción. El maquillaje y los disfraces los transformaron, de jóvenes alegres a viejos cascarrabias, de tímidos chicos a graciosos galanes de antaño.
Mientras unos se preparaban, otros coreaban canciones de Backstreet Boys, cumbias o baladas del recuerdo. Otros entonaban notas con una guitarra y los demás se hacían las fotos del recuerdo con sus celulares.
Los más afanosos se aislaron a un rinconcito para concentrarse: era hora de meterse en los zapatos de otro personaje. Así lo hizo Andrés Santos, uno de los jóvenes actores que cambió radicalmente con unas cuantas arrugas hechas con delineador en su rostro y algo de talco blanco en su cabello. Quien lo conoce como Andrés no lo reconocería.
Este chico dice que esto del teatro es como jugar a la vida. Antes estudió ingeniería comercial, pero apenas se graduó fue a inscribirse en la U. Central. Esta vez, dice Andrés, fue otra cosa. “Es diferente que entrar a la universidad, los exámenes son lo mejor del mundo, los deberes son superdivertidos, me dan clases de trabalenguas, adivinanzas…”.
Interpretar a otro personaje es, para Andrés, como “tocar a la locura y poder vivir en otro universo… otra dimensión en la que no estamos acostumbrados”.
Y en medio de todo ese ‘vértigo’, el reto también fue recibir el visto bueno del público. Alexis Remache dice que al estar en el escenario está cumpliendo una parte de sus sueños. “Me gusta la actuación, estar tras camerinos, maquillándome”.
Jorge Mateus, uno de los profesores y director de los montajes, dice que los padres de algunos alumnos asistieron a las funciones con gran expectativa. “Las mamás me preguntan si su hijo tiene talento, si eligió bien al querer ser actor de teatro”.
Muchos chicos vinieron a vivir a Quito para estudiar teatro y le apuestan a esta carrera, como lo hizo Darío Núñez, quien dejó a su familia en Ambato.
Mientras que otros, como Luciana Espinoza, dejaron todo en el escenario, para demostrar que el teatro es una opción de vida y una carrera. Dice que su padre no la apoyaba, pero al verla actuar cambió de opinión.