Boletín de prensa emanado desde las remotas oficinas de Carondelet, segundo piso, última oficina a la derecha, pasando el baño de hombres.
“Cansado de que los de El Telégrafo intenten pasar como independientes, Yo, El Supremo he decidido dar de baja a todos aquellos que pretenden hacer creer que El Telégrafo es un diario público y que incluso arman un show para decir que ellos también son buenos periodistas.
“En uso de mis atribuciones constitucionales, inconstitucionales y anticonstitucionales, Yo, El Supremo ordeno que inmediatamente se envíe mi jet privado (cuidado con pensar que mi avión es un bien público) a París con el objeto de traer a mi ídolo: Ignacio Ramoné.
“Nachito, mi periodista más idolatrado (y, en realidad, al único que le he leído), será encargado por Yo, El Supremo para que venga de inmediato al Ecuador y se haga cargo de la dirección, la subdirección y hasta del edificio donde funciona El Telégrafo.
“Para este gobierno revolucionario, ciudadano y único en el mundo será un honor contar con el apoyo de Ramoné, quien, estoy seguro, dejará atrás la larga noche neoperiodística que ha venido sufriendo El Telégrafo desde que Yo, El Supremo tuve la pésima idea de apropiarme del periódico para que escribieran allí todos mis admiradores.
“Dado en Quito, a las 24 horas del día 31 de febrero”.