‘No quise ser hipócrita con A. Uribe’

Santiago Zeas Corresponsal en BogotáEl sargento Pablo Moncayo despejó la inquietud que quedó flotando en Colombia a partir del 30 de marzo, día de su liberación: ¿por qué ni siquiera mencionó al presidente Álvaro Uribe en sus palabras de agradecimiento?El ex  secuestrado  de las FARC confesó ayer que no quiso ser “hipócrita” con Uribe, pues en su última prueba de sobrevivencia responsabilizó al Gobierno de que siguiera cautivo. “Me parece muy hipócrita venir a saludar al Presidente después de semejante video. Sabía que eso era muy fuerte y, por lo tanto, consideré que no era conveniente venir a ‘lambonear’ sabiendo que me había expresado de esa forma”.Moncayo se refirió al video del 23 de septiembre del 2009, en el cual le reclamó al Gobierno que no pusiera trabas a su proceso de liberación, anunciado en principio para abril del 2009. En esa cinta entregada por las FARC como prueba de vida, el militar llegó a golpear la mesa y conminar a Uribe a que “abra la puerta” para que sea nuevamente libre.La aclaración de Moncayo la formuló en el Comando del Ejército en Bogotá, en una rueda  de prensa junto a su compañero de armas y también ex secuestrado, Daniel Calvo, luego de que finalizaran los chequeos médicos a los que fueron sometidos.Moncayo había levantado polémica en Colombia el día de su liberación, ya que sus expresiones de agradecimiento se enfocaron a los presidentes Rafael Correa (Ecuador), Hugo Chávez (Venezuela) y Lula da Silva (Brasil).En su intervención, Moncayo, también anunció que seguirá en el Ejército, pese a que sus familiares le habían pedido que se retire. Sus superiores saludaron su decisión y, de momento, no se ha informado si habrá o no algún tipo de sanción por no haber saludado a Uribe el día de su liberación.La rueda de prensa  de Moncayo y Calvo también sirvió para conocer nuevos detalles de sus cautiverios. El primero relató que  para evitar su fuga sus carceleros optaron por encadenarlo al tobillo, pero lo hicieron de tal modo que su pierna se lastimó y presentó un severo cuadro infeccioso. Durante siete meses usó muletas.Calvo, quien el 28 de marzo  no  dio declaraciones, reseñó como por cuestiones del azar por tres ocasiones se salvó de ser ejecutado por la guerrilla, que lo plagió en abril de 2009. Según su testimonio, el día que cayó prisionero fue arrastrado por sus captores por un trayecto de 100 metros. En ese instante colocaron una pistola en su pecho, pero al accionarla no funcionó. “Nuevamente activaron el arma e intentaron disparar pero otra vez la pistola falló. Luego, lo hicieron con un fusil y tampoco dio fuego”.También reveló que era encadenado las noches y amenazado en que sería asesinado si las FF.AA. intentaban rescatarlo.

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