Nancy Verdezoto. Redactora
Anita (nombre protegido) tiene 15 años. Ella fue abandonada en 1996 y desde entonces vive en la Corporación para Nuestros Niños, un centro de acogimiento ubicado en el norte de Quito.
La adolescente no ha podido ser adoptada porque padece el síndrome de Down. Pero esta situación no la sufren solo los niños especiales. En el país, según un censo de 2007, realizado por el Consejo de la Niñez, existen 3 018 niños abandonados, y la cifra crece cada día.
El principal obstáculo para las adopciones es el trámite judicial. Muchos padres se cansan de esperar a sus futuros hijos. Por eso, muchos niños crecen sin padres hasta que, por su edad, es difícil ubicarlos en hogares.
No obstante, hay quienes no se rinden y dan batalla a esos escollos para convertirse en padres de un niño sin familia.
Como Marco, que cumplirá 6 años en septiembre y desde hace cuatro es el orgullo de sus padres, Carlos de la Torre (contador) y Betty Buitrón (psicóloga industrial). Ahora está en primero de básica, ya sabe leer, escribir, sumar y restar. “Marquito nos hizo el favor de ser nuestro hijo y llenar el espacio vacío que teníamos”, cuenta Carlos.
Marco es un niño afortunado. Cuando nació fue abandonado en Latacunga y a los tres días de nacido fue a vivir con monjas en el hogar Santa Marianita en Ambato. Luego fue recibido por una familia que lo acogió mientras esperaba su adopción.
Pasó un año y siete meses en ese hogar; hasta que fue entregado a sus padres adoptivos. No obstante, transcurrió un año para que fuera declarado oficialmente su hijo.
De acuerdo con el Código de la Niñez y Adolescencia, los niños que son abandonados deben ser entregados a los centros de acogimiento. Un Juez de la Niñez y Adolescencia conoce el caso y tiene hasta 72 horas para dictar la orden del acogimiento institucional, es decir, para legalizar la estadía del niño en un hogar.
Pero la mayoría de juzgados la resuelve en meses. “Solo un Juzgado cumple la Ley, los demás se demoran demasiado”, dice María Taipe, trabajadora social del hogar San Vicente de Paúl, en Quito; este es uno de los 108 centros de acogimiento del país.
En el San Vicente de Paúl hay 83 niños, 52 abandonados. Pero la mayoría no está en posibilidad de ser adoptado, porque no cumple los engorrosos requisitos.
Para que un niño pueda ser declarado en adoptabilidad se deben cumplir múltiples pasos. Primero se debe comprobar que un niño fue abandonado. Esa investigación es de la Fiscalía y la Policía Especializada en Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen), que dan un reporte al juez.
El abandono se declara luego de un mínimo de seis meses sin que ningún familiar reclame al pequeño. Entonces, se puede iniciar el trámite de adopción.
Esta es la etapa más larga: puede durar hasta dos años. La excusa de los jueces es que hay demasiados procesos y no se dan abasto. Hasta 2008 existían 42 juzgados para la infancia en el país. Este año se crearon 26 más, de ellos, ocho se abrieron en Guayas y uno en Pichincha. Se prevé crear otros 14 este año.
Cuando Marco llegó a su casa ya sabía caminar y hablaba. Ya tenía memoria de la familia que lo acogió por casi dos años. Todo era nuevo para él, pero la empatía con sus padres fue inmediata.
Mientras la justicia se demora, el tiempo corre y afecta a los niños abandonados. En Ecuador los infantes que pueden ser adoptados fácilmente son menores de 4 años. Los mayores son declarados en adopción difícil. “Los pequeños que tienen más edad, con algún tipo de discapacidad o que son indígenas o afroecuatorianos son enviados al extranjero”, explica Sandra Espinoza, directora nacional de Adopciones del INFA.
Sin embargo, cuando no son recibidos por alguna familia deben quedarse y vivir en los hogares: ese es el caso de Anita. “La Justicia es muy lenta. Los más afectados son los niños. Hay tantas parejas que quieren adoptar”, advierte Betty Buitrón.
Antes de decidirse a adoptar, ella y su esposo intentaron por varios años engendrar a un hijo. Se sometieron a procesos de fertilización, gastaron mucho dinero en tratamientos y pasaron por tres operaciones. Ella también sufrió un embarazo imaginario (la mujer se autosugestiona y cree estar embarazada).
“Nos desgastamos emocional, física y hasta económicamente. Decidimos adoptar y fue lo mejor de la vida”, dice Carlos. La decisión se tomó hace cinco años. Entre el inicio del trámite y el conocimiento de su pequeño transcurrieron12 meses.
Para ser padres adoptivos, una pareja debe cumplir requisitos y pasar por varias etapas de entrenamiento y selección.
“No todas las parejas pueden tener la paternidad. Es una decisión de dos. No se puede adoptar a un niño para salvar un matrimonio o para satisfacer a uno de los esposos. Hay que estar bien seguros porque se trata de la vida de un niño”, afirma Espinoza.
En 2008 se realizaron 148 adopciones a escala nacional. Mientras que en 2007 hubo 66 y en 2006, 98 (estos últimos son datos solo de 13 provincias).
“Pagamos el ser padres primerizos. Yo no sabía cambiar pañales y la primera vez casi vomito”, recuerda entre risas Betty.
En el país existen 108 entidades de acogimiento, ubicadas en 15 provincias del país. La mayoría se financia con donaciones nacionales y extranjeras. Otras permiten el padrinazgo, para los niños que no han sido adoptados. Con este dinero se costea la manutención, educación…
“Adoptar no es una obra de caridad, es una forma distinta de ser padres. Marquito nos hace disfrutar la vida”, dice Carlos.
El trámite legal
Para los niños:
Cuando un niño es encontrado en abandono, las instituciones como hospitales, maternidades o la Dinapen remiten los pequeños a los centros infantiles.
Un Juez de la Niñez y Adolescencia asume la causa y debe legalizar la permanencia del pequeño en el hogar. Para ello, se realiza un estudio con las trabajadoras sociales de los juzgados, sobre la situación médica y social del infante.
Entonces se inician las investigaciones de la Fiscalía y de la Dinapen para buscar a la familia del menor. Ellos deben remitir un reporte al Juez de la causa para que dicte el abandono.
Se inicia el trámite de adoptabilidad: se presentan informes médicos, psicológicos, sociales y jurídicos del estado del niño. Cumplido esto se inicia el trámite para que el pequeño sea adoptado.
Para los padres:
Cuando una pareja decide adoptar a un infante, debe acudir ante la Unidad Técnica de Adopciones.
Tienen que presentar certificados de trabajo, salud, honorabilidad y bancarios. Además, deben pasar por pruebas médicas, psicológicas y sociales.
También, deben participar de un taller de capacitación sobre lo que significa la adopción y los posibles problemas que puede afrontar la pareja, etc.
Si se cumplen todos los requisitos, se declara la idoneidad de la pareja y se entrega la carpeta con todos los documentos a un comité de asignaciones.
Está integrado por dos representantes del Ministerio de Inclusión Social y tres del Consejo Nacional de la Niñez y Adolescencia.
En el Comité se evalúan los casos y se asigna un niño a cada familia. Se ven características físicas y sociales del niño y la familia.