El flamante Centro de Convenciones Eugenio Espejo mostraba un rostro diferente esa mañana soleada del sábado 21 de noviembre, era una gran fiesta familiar. Los niños llegaban de la mano de sus padres y con natural impaciencia buscaban la sala que correspondía a su categoría, venían preparados para participar en la final del reconocido Concurso Infantil de Pintura que, durante siete años, ha venido convocando su participación en esta hermosa actividad a través de la cual pueden plasmar la imagen que cada uno tiene de Quito, su ciudad.
Los más pequeñitos se ubicaban en el lugar que correspondía a la categoría de 5 hasta 7 años; no muy lejos de allí se agrupaban el grupo de la siguiente categoría, 8 a 10 años, y los más grandes, con mucha solvencia y aplomo se dirigieron a la sala designada para los mayores, es decir de 11 a 12 años.
En las mesas dispuestas para el trabajo las cartulinas, lápices, crayones, colores, acuarelas, témperas, pasteles, marcadores estaban listos para ser utilizados por las pequeñas manos de estos artistas que fueron creando increíbles escenarios en los que resaltaban la riqueza cultural, la belleza arquitectónica y las tradiciones de la capital. Como laboriosas abejitas en un panal trabajaron con dedicación, de vez en cuando hacían comentarios entre ellos, sonreían y hasta reían de alguna ocurrencia del participante vecino.
Los varios miembros de los jurados calificadores de cada categoría se acercaban a las mesas y, sin poder disimular su asombro, comentaban entre ellos. “¡Qué increíble la precisión de los trazos de la niña que dibujó la chiva quiteña, la Reina y la banda…!”, manifestaba uno de ellos mientras una de las damas se asombraba de la creatividad del pequeño que había recreado una escena taurina, pero armando al torero con tan solo un clavel rojo en su mano en lugar del capote y la espada.
No faltaron por cierto las escenas del Centro Histórico, de la Virgen de El Panecillo, de la Plaza de San Francisco o de la Plaza Grade, pero no se olvidaron tampoco del parque La Carolina y de otros puntos para ellos muy especiales de su querida ciudad. Personajes como Evaristo, Cantuña, los cucuruchos y otros eran dibujados por las pequeñas manos infantiles con una precisión impecable y gran versatilidad.
Tan pronto los pequeños artistas terminaron sus obras se inició la deliberación del jurado que tomó un tiempo en definir los resultados. Sin duda, debe haber sido una tarea muy difícil escoger en cada categoría tan solo a tres ganadores para el primer, segundo y tercer lugares y conceder una mención especial, teniendo en sus manos tantos y tan espectaculares trabajos.
En los exteriores del Centro de Convenciones, los padres, los niños y todos los asistentes esperaban ansiosos la proclamación de los resultados.
Los participantes habían realizado un trabajo magnífico pero había que premiar a los mejores y así se hizo. Este lindo concurso, que es ya una tradición de las fiestas decembrinas, llegó a su final y los organizadores seguramente se sintieron muy satisfechos por el éxito alcanzado.
Quedamos todos en espera del siguiente diciembre; cuando una vez más, los niños pinten a Quito.