En Molleturo, dos mujeres llegaron al lugar en donde fue hallado muerto un niño. Foto: Xavier Caivinagua / EL COMERCIO
Junio estaba por terminar y Laura A. encontraba a su pequeña Tamara, de 7 años, golpeada, violada y asesinada. Ocurrió en un caserío de la parroquia cuencana de Molleturo y es la más reciente muerte violenta de una menor de edad registrada en esta zona rural. En menos de un año ya van dos asesinatos allí.
El otro caso se presentó en julio del 2013 cuando Wilson, de 9 años, fue apuñalado y su cuerpo fue abandonado cerca de la quebrada de Utul. “Hoy vivimos con miedo por nuestros hijos”, dijo una habitante.
Según el Observatorio de Violencia del Consejo de Seguridad de Cuenca, Molleturo ocupa el noveno puesto entre 21 parroquias rurales con más denuncias por delitos de género. Esa lista la encabezan El Valle, Ricaurte y Baños.
Este organismo recepta los casos de violencia que se registran en el cantón Cuenca y los investiga por pedido de alguna institución, explicó la coordinadora, Viviana Bernal. Pero entre ellos no están los asesinatos de Tamara y Wilson, que indaga la Fiscalía del Azuay.
Por este tipo de muertes, los asesinatos a niños y niñas se juzgarán con el máximo de la pena, de 22 a 26 años, en el Código Orgánico Integral Penal (COIP) a partir del 9 de agosto próximo a escala nacional.
Entre el 2012 y 2013, el Observatorio recibió 46 denuncias de violaciones cometidas contra mujeres desde los 10 años. Los hechos ocurrían en las orillas de los ríos y zonas apartadas.
Bernal cree que pudieron ser más, pero no hubo denuncias. Los expertos del observatorio elaboraron los retratos de los tres sospechosos, que operaban de forma individual, por la descripción de las víctimas.
Hay un solo detenido y niñas que han sido encontradas golpeadas, violadas y asesinadas.
Una tarde de febrero pasado secuestraron a Viviana, de 10 años. Su madre es Martha T. y recuerda que el caso ocurrió en Azogues (Cañar). El cadáver fue hallado tres días después en la parroquia Sayausí, en Cuenca. No hay detenidos.
En cambio, el supuesto violador de Tamara sí está identificado por la Fiscalía y apresado.
Las lágrimas ruedan por las mejillas de Laura cuando imagina los gritos de auxilio de su hija por escapar de su captor, el llanto desesperado… La menor desapareció a eso de las 16:00, cuando retornaba de la escuela.
Esa misma tarde sus padres empezaron la búsqueda que ganó el apoyo de sus vecinos y conocidos, hasta que ubicaron su cuerpo a eso de las 04:00.
Milton, papá de Tamara, dice sentirse abatido. Estos padres tienen otros dos hijos (de 11 y de seis años) que viven con miedo. “No quieren estudiar en Molleturo, ni en Cuenca. Tampoco se despegan de nosotros; se imaginan que les van a asesinar”.
Por eso, ellos ya resolvieron que no regresarán a la escuela. Cada rincón de la pequeña vivienda les recuerda a la pequeña que era la alegría del hogar y de quien ahora solo queda la ropa, unos cuadernos, juguetes…
La misma angustia e incertidumbre vive la familia de Wilson. Desde hace 2 meses, Rosa Amelia visita la tumba de su hijo una vez por semana. Tampoco mira el álbum de fotos.
Wilson fue asesinado con 11 puñaladas (cuello, tórax…) y estaba atado todo su cuerpo con un cable, incluido el cuello.
El cadáver fue hallado por una campesina, cerca de una quebrada, entre la maleza. Allí los padres levantaron una cruz.
Néstor Chapa, expresidente de la Junta Parroquial, coincide con ese incremento de violencia. Su argumento es que este fenómeno está relacionado al retorno de algunas personas que migraron al exterior. “Imponen la cultura de violencia”.
Juanita Berzosa fue concejala de Cuenca en la anterior administración y lideró la Mesa Cantonal para la Erradicación de la Violencia. Dice que, según las estadísticas del Consejo de Seguridad Ciudadana, en el 60% de los casos de violencia intrafamiliar, hay niños de por medio.
En contexto
El 39,9% de niños en el país, entre los 6 y 17 años, recibe maltrato (golpes) por parte de sus padres como la primera opción de corrección, según datos de la encuesta Mi opinión sí cuenta del Unicef. El nuevo COIP considera un agravante atentar contra los menores.