A la par de que el Gobierno muestra entusiasta los resultados de los compromisos públicos que han asumido las empresas privadas, que han ‘decidido’ firmar acuerdos e incrementar su producción en el primer trimestre del año, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) dio a conocer esta semana los datos del empleo, subempleo y desempleo, para el período enero-marzo del 2014.
A nivel urbano, en marzo, el desempleo se ubicó en 5,58% frente al 4,61% del mismo mes del año anterior, “una variación de 0,96 puntos estadísticamente significativa”, indica el reporte oficial del INEC.
Este dato, por sí solo, plantea la siguiente hipótesis: ¿la restricción a las importaciones influyó en el incremento del desempleo en este período, en el sector urbano? Sin duda se trata de un tema para profundizar; más aún cuando las cámaras de Comercio, en diciembre del año pasado, anticipaban que uno de los efectos de la aplicación de las restricciones a los productos importados (con base en la Resolución 116 del Comex, vigente desde el 4 de diciembre del 2013), se iba a notar en el empleo. Eso, “porque las empresas importadoras se verán obligadas a reducir personal, por una posible reducción de ventas”.
Mientras se despejan esas dudas y el Régimen hace gala de los compromisos de las empresas por aumentar su producción local, invertir en nueva tecnología y maquinaria, además de utilizar toda su capacidad industrial instalada, la meta de sustituir importaciones en USD 800 millones este año se mantiene; no se diga, llegar a los USD 6 000 millones hasta el 2017.
¿Y la meta oficial de la generación de empleo que acompaña a esa sustitución en los próximos tres años? Por el momento, no es una cifra que se haya hecho pública y sobre todo que genere entusiasmo, aunque sí es un dato que interesa al 5,58% de desempleados que hay en el país. Empleo, por ahora, es una palabra más que se suma a los discursos que sustentan la ilusión de cambiar la matriz productiva.