La VIII Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que inició ayer, trata de ahuyentar el espectro del proteccionismo que surge con fuerza en plena crisis mundial.
“Las fuertes olas de la tormenta están aflojando el ancla y amenazan con arrancarla, lo que sería una mala noticia”, advirtió el director General de la OMC, Pascal Lamy, quien cifró en alrededor de USD 800 000 millones el costo de las trabas al libre comercio.
En varias partes del mundo aparecen señales proteccionistas, dijo por su parte el presidente de la Conferencia, el ministro de Comercio e Inversiones de Liberia, Olusegun Olutoyin Aganga, quien abogó porque prevalezcan “los intereses compartidos sobre el nacionalismo económico” .
Ante el recurso creciente de algunos gobiernos a erigir medidas proteccionistas, como es el caso más reciente de Brasil o China, medio centenar de países, entre ellos varios latinoamericanos, se han comprometido a luchar contra el proteccionismo.
“El proteccionismo es como fumar. Puede ser atractivo al principio, pero al final mata el sistema multilateral de comercio” , ilustró el ministro de Economía suizo, Johann Schneider-Ammann.
Además de refrenarse para introducir nuevas barreras al comercio, este grupo de países, que representa el 70% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, se comprometió a hacer lo necesario para eliminar cualquier medida proteccionista introducida desde el inicio de la crisis financiera mundial que surgió en 2008. Y es que “la apertura lleva al crecimiento, la competitividad y la paz” , zanjó el suizo.
La práctica totalidad de los ministros que intervinieron en la primera sesión de esta Conferencia bianual han mencionado al proteccionismo como el mayor enemigo del comercio.
La consigna de resistir al proteccionismo se repite como un mantra. Aunque en este caso viene de perlas el viejo dicho de “haz lo que digo pero no lo que hago”.
China, segunda economía mundial, empezó a imponer este jueves nuevos aranceles a los vehículos importados de EE.UU. con motores con cilindrada superior a los 2,5 litros, alegando que los fabricantes locales han “sufrido sustanciales perjuicios” debido al ‘dumping’ y a los subsidios de la primera potencia.
En Brasil, también entró en vigor ayer un nuevo arancel del 30% a la importación de autos fabricados con menos del 65% de piezas nacionales o de los países miembros del Mercosur.