La crisis económica de Grecia fisuró a la poderosa Unión Europea (UE). Con ello, ¿se puede decir que el modelo que se usa de ejemplo mundial fracasó?
No, de ninguna manera. Lo que se ve es que la crisis financiera mundial de 2009 está teniendo otro tipo d e repercusiones, se está transformando de una crisis financiera en una crisis de deuda. Algo similar ya sucedió en 1997 con la crisis asiática, que empezó cunado estalló una burbuja bursátil que provocó que los capitales se dirijan a los llamados ‘países refugio’ (EE.UU. y Japón).
El sistema europeo no está en crisis, sino el capitalismo mundial. Y es un deterioro que comenzó en 1971, cuando se destruyeron los pilares del sistema Bretton Woods. Por eso ahora hay un clamor para que se modifique la estructura financiera internacional, que permita la regulación de los flujos de capitales.
Los analistas explican que la crisis en la UE no es culpa de Grecia sino del propio bloque que incorporó socios que no estaban listos para adoptar el sistema…
Efectivamente. Grecia ingresó al bloque siendo un país menos desarrollado, y luego que lo hizo se llenó del prestigio de compartir políticas con gigantes como Alemania o Francia. Grecia, entonces, ganó respeto y confianza de los inversionistas y capitales extranjeros al estar en la UE. Esto hizo que los bonos de deuda griegos se pongan al nivel de los alemanes. Entonces, hubo mucho ingreso de capitales que distorsionó la economía. Hubo un ‘boom’ del consumo que generó inflación. Por otro lado, Grecia también tiene un problema de competitividad, debido a que el precio del euro es más alto que el del dólar. Eso hace que estos países menos desarrollados pierdan competitividad frente a otros.
Entonces, ahora la UE busca desesperadamente corregir el error imponiéndole un ajuste fiscal muy severo. ¿No sería más fácil sacar a Grecia del bloque europeo ?
No se puede, porque la Zona Euro entraría en descrédito. Los inversionistas funcionan en base a la confiabilidad. Si ellos confían en que un país o bloque va a crecer y no va a tener problemas de impago de sus deudas externas, entonces invertirán y abrirán las líneas de crédito. Por eso separar a Grecia tendría un altísimo costo político y económico para la UE. Por eso es impensable que se adopte una solución así.
Mientras en la UE se debate cuán eficaz resultó el sistema, en América Latina se intenta seguir el ejemplo europeo, con asociaciones como la Unasur. ¿Qué efecto puede tener ir por una vía que está teniendo tropiezos ?
Sí, hay problemas, pero eso no quiere decir que el sistema no pueda funcionar. EE.UU. también es un ejemplo de un sistema de unión, es un conjunto de varios estados, algunos de ellos muy industrializados, como California, Nueva York, y otros muy poco industrializados y muy pobres, como Giorgia. Y, sin embargo, el sistema americano sigue funcionando, su moneda funciona. Lo único que se necesita es una entidad supraestatal que tenga altos niveles de soberanía.
Y la adopción de una moneda común parece más una camisa de fuerza que una ventaja financiera, sobre todo para los países que tienen un menor grado de desarrollo…
Adoptar una moneda única es un experimento que han hecho los europeos y que vemos que tiene algunas complicaciones, porque hay diferentes niveles de desarrollo entre los países. El problema es que, para adoptar una moneda común, los países deben tener niveles de desarrollo y ciclos económicos similares. Así, si hay países que están en auge, los otros no pueden estar en recesión, porque entonces la política económica común que sirve para el que está en auge no le sirve para el que está en recesión, y viceversa.
Hay analistas que aseguran que la crisis en la UE no tocará a América Latina. ¿Es así?
Hay que entender que los inversionistas funcionan en base a la psicología de masas. Si Grecia pierde la confianza de los mercados y entra en ‘default’ (impago de su deuda), y eso repercute en Italia, España, Portugal, Irlanda… habrá un efecto dominó en países con estructura similar, es decir en los emergentes. El inversionista, al momento de colocar su dinero, pondrá en la misma situación de crisis a todos los países emergentes, incluso a aquellos que están lejos del sitio donde ocurre la hecatombe. Y en ese escenario, no están exentos de sufrir las consecuencias Brasil, Argentina, Chile y, de paso, también Ecuador.