Antes de tomar el dinero o entregar las fichas a los clientes, Cristina Salinas se “lava las manos”. Se trata de un procedimiento de rutina en el cual el ‘dealer’ o ‘croupier’ eleva las palmas de las manos hacia los jugadores y las cámaras del casino, para mostrar que no tiene ninguna ficha, dinero o la bolita que se usa en la ruleta.
El gesto lo ha repetido tantas veces durante los últimos 10 años que se ha vuelto un reflejo involuntario, el cual repite cuando paga los 25 centavos en el bus, al hacer las compras en el supermercado y hasta cuando sirve la merienda a su esposo e hijas.
“Nos creen locos porque nos ‘lavamos las manos’ todos el tiempo”, dice Cristina mientras espera la llegada de los jugadores. Ella tiene a su cargo la mesa de Black Jack en el Fantasy Casino del Hotel Colón de Quito.
Dos condiciones son esenciales para un dealer de casino. La agilidad mental para calcular la apuesta que ganó el cliente y traducir ese monto en fichas. Y una segunda, la agilidad motriz para repartir las cartas o echar la bolita en la ruleta sin que se caiga.
Pero algunos novatos todavía no saben medir la fuerza y la bolita deja la ruleta. En breves segundos Paco Noboa identifica dónde cayó y la recoge rápidamente cuando el reloj marca la una y media de la mañana en el casino del Hotel Plaza al norte de Quito.
En el lugar, un mujer de avanzada edad cabecea esperando a su marido que juega en la mesa de Baccarat. En respuesta, Noboa le brinda un café y una sonrisa.
Este hombre de 45 años llegó al Casino Plaza en 1995. Con cinco semestres de estudio en Tecnología Química. Dejó Riobamba y su oficio de pigmentar baldosas para aprender a ser ‘dealer’.
Recuerda que cuando llegó al casino, solo en propinas obtenía más que el sueldo que recibía en Riobamba trabajando 12 horas al día. Cuenta que en el casino tiene estabilidad, afiliación al IESS, bonificaciones y un seguro privado.
En tres meses Noboa ascendió a Supervisor y luego a Jefe de Mesas. Siete años en ese puesto le permitieron entender el negocio para escalar al cargo de Gerente de Operaciones, que lo desempeña hasta el momento.
Su tono de voz cambia cuando habla de la posibilidad de perder su empleo luego de que ganara el Sí en la pregunta 7 de la consulta popular, que determina la eliminación de los casinos.
“No quiero que la revolución ciudadana me dé trabajo. Solo quiero que me diga si me va a condonar el préstamo hipotecario de USD 46 000 que tengo con el IESS”, dice Noboa al tiempo que rechaza la idea de “reinserción” laboral a las personas que trabajan en los casinos del país.
“¿Reinserción? Esa palabra es una mofa. No somos presidiarios o violadores”. Tampoco le cuadra la idea de hacer otro préstamo pues no tendría cómo pagarlo.
Dice que las probabilidades de fracasar son muy altas si se lanza a un nuevo negocio luego de 15 años de trabajar en los casinos.
En el Hotel Colón, Cristina Salinas se toma un respiro antes de empezar su jornada y cuenta que comenzó a trabajar en el área de mantenimiento. Siguió como salonera, luego fue ayudante de cocina y terminó como ‘dealer’.
Tiene 30 años y actualmente sostiene económicamente su hogar. Sus hijas aún no van a la escuela y su marido sufrió un accidente que lo limitó físicamente.
Ahora espera un cupo en el Hospital Eugenio Espejo. Su esposo necesita que le coloquen una malla en el cráneo, ya que perdió parte de los huesos de la cabeza en el accidente. “¿Qué hago si me quedo sin trabajo? Tengo además que responder por un préstamo quirografario y otro préstamo en el banco”, expresa Cristina Salinas con voz de preocupación.
En el mismo casino donde trabaja Cristina, el supervisor de seguridad, Marcelo Mármol, inspecciona las mesas. Él también debe responder por un hipotecario de USD 26 000. Pero además teme no conseguir otro empleo por tener más de 40 años.
De regreso al Plaza, un cliente frecuente hace su aparición. El ‘profe’ Castro llega todos los días a la 10:00 para ver girar la ruleta y anotar los números que salen.
Los empleados lo identifican como el matemático, que asesora con sus proyecciones a las personas y se retira puntualmente a las 19:00, sin consumir ni haber apostado un solo centavo.
Pese a eso no tiene ninguna restricción para ingresar, como se presentan en las películas, dice Noboa, quien espera que sean las 05:00 para regresar a su casa y enviar a sus hijos la escuela.
Testimonios
Mary Sánchez Croupier
‘El horario del casino me ha permitido hacer una carrera a distancia’
Tengo 22 años y ya llevo trabajando cuatro años en el Casino Fantasy, del Hotel Colón. Trabajamos en turnos a partir de las 16:00 hasta las 05:00 por lo que puedo estudiar inglés en las mañanas. El horario también me ha permitido seguir a distancia la carrera de Ingeniería Hotelera en la Universidad de Loja. Además de mis estudios, mi trabajo me ha permitido independizarme. Ahora estoy viviendo un tiempo difícil por la consulta.
Cristian Vilatuña Jefe de mesas
‘Tengo un hipotecario por pagar y no sé cómo lo haré si pierdo el empleo’
Trabajé durante siete años en el Hotel Casino Plaza de Quito, pero me ofrecieron un mejor sueldo en la Comisión de Tránsito. Me tuvieron por contrato durante un año y no me lo renovaron. Regresé al casino y me recibieron con las puertas abiertas. Pienso que deberían eliminarse las casas de juego que no cumplen con las condiciones legales. Tengo un préstamo hipotecario a 10 años. ¿Cómo pagaré si pierdo mi empleo? La consulta ya se dio pero hay hogares que quedarán sin sustento.