La mala experiencia de las alianzas estratégicas con empresas estatales extranjeras y la lenta reacción de Petroecuador fueron dos de los factores que llevaron el Gobierno a poner su mirada en empresas privadas para mejorar la producción en los campos maduros.
Si bien desde el 2007, el Régimen buscó repotenciar a Petroecuador y afianzar las alianzas con firmas estatales en el área hidrocarburífera, los resultados han sido magros. Un ejemplo insigne de ello es el campo Sacha, área petrolera que desde el 2009 operó Río Napo (conformada por Petroecuador y Pdvsa).
El objetivo era recuperar la producción y las reservas del campo, y de esa manera superar la barrera de los 50 000 barriles diarios.
Pero ello no ocurrió, y por el contrario la producción bajó.
Por otro lado, pese a la inyección de capital de más de USD 3 000 millones al año en Petroecuador incrementó la producción en un rango entre el 1% y el 6% anual.
Ello llevó a que desde mediados del 2010 se llame a una licitación para la optimización de los campos maduros Auca, Cuyabeno, Lago Agrio, Libertador y Shushufindi. En el concurso solo se presentó una compañía estatal y por su experiencia se priorizó la negociación con las privadas.
Para recuperar los campos Libertador y Shushufindi se firmaron los contratos el martes pasado con dos consorcios privados encabezados por las firmas Schlumberger y Tecpetrol.
Dos factores, según el ministro de Recursos No Renovables, Wilson Pástor, justifican el porqué no intervinieron en esos campos las estatales Petroecuador o Petroamazonas: la falta de recursos para inversión de riesgo y la carencia de tecnología.
Sin embargo, en los dos últimos años las inversiones tanto para Petroecuador como para Petroamazonas han bordeado los USD 1 000 millones al año.
En cambio, las empresas que intervendrán en Libertador y Shushufindi inyectarán juntas un promedio de USD 335 millones anuales, en los próximos cinco años, para levantar la extracción.
Para el editor de la publicación económica Análisis Semanal, Alberto Acosta Burneo, la decisión del Régimen cambió el sesgo ideológico por el pragmatismo.
Los malos resultados de las alianzas privadas y el lento reaccionar de Petroecuador, le llevaron a poner los ojos en firmas especializadas en innovación tecnológica petrolera, indicó Acosta.
Ello permitirá subir la producción de crudo en el corto plazo.
Un segundo elemento que pesó en la decisión, según Acosta, es que el Estado requiere de los recursos que podría destinar al sector petrolero para invertir en otras áreas de la economía como carreteras, salud o educación.
“Por un lado invierten las empresas extranjeras y por el otro, el Estado logra que suba la producción de crudo que le significan al final más recursos”.
El presidente de la Cámara Ecuatoriano Americana, Cristian Espinosa, cree que la razón del giro en la política petrolera está motivada en la búsqueda de mayor eficiencia, dejando de lado el tema ideológico.
“Al Ecuador le hace falta inversión extranjera y transferencia de tecnología, no importa de dónde venga”, señaló.
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