Las operaciones del puerto marítimo de Guayaquil no se interrumpieron ayer. Pero sí se aplicaron medidas de alerta y protección en caso de que el nivel del mar aumentara y se pusieran en peligro las actividades portuarias. Las amenazas de un tsunami obligaron a las autoridades a aplicar medidas de seguridad y prevención.
Javier Hrycaniuk, director de Operaciones de Contecon, que administra el puerto, dijo que las operaciones no se interrumpieron y que se implementaron medidas de seguridad. “Si hay una emergencia en el transcurso del día se harán las evacuaciones”.
El puerto de Guayaquil mueve el 60% del comercio exterior del país. En cambio, las instalaciones de Puerto Bolívar (El Oro) paralizaron sus actividades al medio día de ayer hasta segunda orden. Paúl González, bananero y presidente del Centro Agrícola de Machala, contó que por seguridad se cerraron las puertas del puerto al mediodía para evitar problemas en caso de que el nivel del mar aumentara. Además salieron los buques del muelle a varios kilómetros mar adentro. “Si hasta las 20:00 no pasa nada las operaciones se reabrirán. Los camiones bananeros están haciendo fila hasta que abran las puertas”.
Los puertos pesqueros y privados ubicados en Posorja (Guayas) y Santa Rosa (Santa Elena) también se paralizaron. Las compañías atuneras Salica del Ecuador y Negocios Industriales Real (Nirsa) cerraron sus puertas cerca del mediodía. Unos 9 000 empleados regresaron a sus hogares para luego trasladarse con sus familiares al barrio Bellavista, uno de los barrios más altos de la parroquia.
También las embarcaciones se retiraron de los muelles para trasladarse a altamar hasta que pasen las olas que se generaron con el terremoto en Japón. Roberto Aguirre, presidente de Nirsa, contó que desde las 11:00 de ayer se paralizaron las plantas atuneras. “El lunes se reiniciarán las operaciones. Es una medida de prevención para evitar cualquier problema con el supuesto tsunami”.
En Guayaquil también funcionó la Aduana, que atendió a los operadores de comercio exterior que buscaban desaduanizar las mercaderías importadas. Otros esperaban los permisos para sus exportaciones. En cambio el Servicio Nacional de Aduana del Ecuador (Senae) suspendió los trámites en los distritos de Esmeraldas, Manta, Puerto Bolívar, Salinas, Posorja y Huaquillas.
Los negocios turísticos y las agencias bancarias de la Península permanecieron cerrados durante todo el día. En el malecón de Salinas los hoteles y restaurantes estaban cerrados. Las calles, que en temporada playera suelen tener turistas deambulando día y noche, lucían vacías. Con la alerta de tsunami declarada por el Gobierno, los turistas regresaron a sus ciudades de origen.
En el Hostal Cocos solo quedaban tres huéspedes a las 14:00. Otón Arboleda, presidente de la Cámara de Turismo de Santa Elena y propietario del hostal, dijo que “la medida debe tener correctivos después de conocer la situación de Hawái”.
El empresario explicó que las personas que reservaron un cuarto en el hostal llamaron durante la mañana de ayer para cancelar la reservación.
Luis Montenegro, empresario turístico de Salinas, dijo que tomará tiempo recuperar los negocios ya que son temporadas altas y que con la alerta de tsunami bajarán las visitas. “Así no vengan las olas los turistas tendrán miedo”.
También, el centro comercial Paseo Shopping, ubicado en los límites entre Libertad y Salinas, y el Supermaxi, en la vía Libertad Salinas, estuvieron cerrados. Solo la sucursal de Mi Comisariato, en el centro de Salinas, daba atención a las 13:00 de ayer.
La emergencia también afectó a los dueños de locales de comidas de Salinas y La Libertad. Los restaurantes permanecían cerrados desde la mañana. En Santa Elena, considerada como punto seguro por estar a 40 metros sobre el nivel del mar, había unos cuantos locales abiertos.
Manta: los comercios cerraron
El cierre de las puertas de las entidades bancarias, cooperativas y mutualistas fue notorio desde las 10:00 en Manta. La misma decisión fue adoptada por los administradores de las cadenas de venta de alimentos, los comercios, formales e informales.
En el casco comercial de Tarqui, los propietarios de almacenes de venta de electrodomésticos, muebles, ropa y sitios de legumbres ponían a buen recaudo sus productos. Hay que ser precavido antes que lamentarse, las olas podrían llegar hacia la parte baja del almacén, por eso movemos los muebles y electrodomésticos hacia los pisos altos, comentó Fabián Mendieta, dependiente de un almacén en Tarqui.
Las filas en los cajeros automáticos de los bancos para sacar dinero se extendían hasta 200 metros. En la zona bancaria de Manta, algunos empleados bancarios miraban detrás de los ventanales hacia las calles. Con señales decían que no había atención.
En las 12 empacadoras de pescado los gerentes dispusieron que la jornada de trabajo fuera hasta las 12:00. En las estaciones de venta de combustibles junto a las farmacias y el hospital Rodríguez Zambrano sí hubo atención.