Un penetrante olor a hierbabuena es la primera sensación que tiene quien visita las instalaciones de la firma Jambi Kiwa.
Es un proyecto comunitario del segmento de la economía popular y solidaria, ubicado en el barrio Santa Cruz, en el norte de Riobamba. En este lugar se producen e industrializan plantas medicinales y aromáticas para la venta local y para la exportación.
El 75% de su oferta exportable va a la Unión Europea (infusiones de hierbas) y el resto a Canadá (fitofármacos). De ahí que su directora ejecutiva, Rosa Guamán, está pendiente del acuerdo comercial que el Gobierno espera negociar con el bloque europeo.
“Para algunos puede ser contraproducente y para otros una oportunidad. Todo depende de cómo se lleve la negociación. Para nosotros es importante porque en el extranjero valoran los productos orgánicos y de comercio justo, mientras que aquí poco”, explica.
En una sencilla oficina, la empresaria, oriunda de Licto (Chimborazo), cuenta que sus envíos, que oscilan entre 20 000 y 30 000 cajas de infusiones cada dos meses, tienen como destino un cliente en Francia. Desde ese país se distribuye a España, Holanda, Alemania y Bélgica.
Uvilla, naranjo, eneldo, romero, cedrón, etc., son plantas que ya son conocidas en la UE. En los huertos de 254 familias, distribuidas en cuatro poblaciones de Chimborazo, se cultivan unas 70 plantas, entre medicinales, aromáticas y condimentos.
El 80% de las pequeñas parcelas, que van desde 500 a 1 000 metros cuadrados, está liderada por mujeres de escasos recursos. Precisamente, el proyecto nació para generar un mecanismo de ingreso y de autonomía para las mujeres de las comunidades.
Una de ellas es Francisca Ochoa, quien vive en el poblado Cuatro Esquinas. Ella es promotora comunitaria y atiende, además, una plantación ubicada en las instalaciones del proyecto.
En el lugar, plantas de diversos tipos, con y sin flores, crecen juntas en medio de un verde prado. Al fondo se observa el Chimborazo, con poca nieve, víctima de los deshielos de las últimas décadas.
“Tengo, desde hace ocho años, un huerto en mi comunidad, ubicada en las faldas de la montaña. Entrego mensualmente, en promedio, 300 kilos de plantas como menta y manzanilla”.
Ochoa dice sonriente que cada tres meses obtiene USD 400, los cuales utiliza para la alimentación y la educación de sus cinco hijos. Como ella, otras mujeres de la zona también lograron obtener ingresos y superarse.
Jéssica Hilbay, por ejemplo, se convirtió en jefa de control de calidad de la industrializadora de plantas aromáticas de Jambi Kiwa, dode la firma invirtió cerca de USD 1 millón en tecnología.
El acuerdo con la UE ayudaría a ampliar mercados para nuevos productos. Uno de ellos es el de las uvillas disecadas, que ya son producidas en el huerto del proyecto e industrializadas. Normalmente, las uvillas pagan 8,8% de aranceles en países de la UE, pero el Ecuador goza hoy del esquema de Nación más Favorecida.
Por ello, seguir exportando es vital para estas emprendedoras. Y ven con atención las negociaciones. Según la Federación Ecuatoriana de Exportadores, las ventas a la UE generan 283 000 empleos directos, aunque no hay un dato exacto de cuántos son de la economía popular y solidaria. “El 75% de las ventas de esas empresas va a ese bloque”, dice Felipe Ribadeneira, titular del gremio.
Una oportunidad para reducir la pobreza
Sumak Life procesa y comercializa quinua. El 30% de su producción se destina al mercado local y el 70% va al extranjero. Para Alemania y Francia se destinan 300 y 50 toneladas anuales, respectivamente. Esos países son sus principales destinos. Otras 300 toneladas se comercializan en EE.UU.
La firma, que es parte del proyecto de Escuelas Radiofónicas Populares del Ecuador (Erpe), inició sus exportaciones en 1998. Su gerente, Juan Pérez, destaca que la demanda del producto en la Unión Europea está creciendo.
“El problema, de quedarnos sin un arancel cero (por falta de tratado y de sistema general de preferencias), sería para el productor”.
En el caso que el arancel sea del 10%, dice Pérez, el productor debería descontar USD 8,50 de los USD 85 que cuesta cada quintal. La afectación no solo es para el productor sino para sus familias.
Un total de 1 850 grupos familiares, de 83 comunidades de Chimborazo, producen el cereal. Cada una ha logrado que sus ingresos anuales crezcan en 80%. Antes del proyecto, las familias productoras ganaban USD 1 000 al año. Hoy llegan a USD 1800.
Sumak Life también genera empleo en su industrializadora. “Soy de Guano. Aquí encontré trabajo. Gano el sueldo básico de USD 292”, dice Julio Tixe, uno de los trabajadores de esa firma.