Cuando Edmundo Rosero sembró sus papas tenía el sueño de recoger 900 quintales en las 2 hectáreas. La sequía de cinco meses afectó a sus plantaciones.
Ahora ya cosecha y cree que recolectará 500 quintales de papa, de la variedad única. Las últimas lluvias reverdecieron las plantaciones y ayudaron al crecimiento, pero no a la productividad.
Su sementera está en el sitio San Vicente en Tulcán (Carchi). Los 29 jornaleros, entre hombres y mujeres, están regados por todo el terreno cultivado.Honorio Escobar, de 30 años y padre de un niño, recibe USD 0,80 por llenar un quintal de papas. Aspira a entregar 30 sacos, trabajando de 08:00 a 15:00. En broma dice que lo más difícil de este trabajo no es estar agachado todo el día, sino cobrar el dinero. ‘Es muy poco y no alcanza’.
El viento congela. Los jornaleros llevan gorros y bufandas. Dos comerciantes de papas llegan y uno de ellos voltea un saco lleno.
“Esta es la manera de revisar que la papa esté de un mismo tamaño y libre de plagas”, dice sin dar su nombre. Luego se va y busca más productores.
Ellos (los comerciantes) son los que más ganan, dice Rosero. “Nosotros pedimos USD 9 por el quintal de papa única de primera (la más gruesa), 2 por la de segunda y 1 por la de tercera”.
En el mercado de Tulcán, el mismo quintal vale USD 12, según Alonso Santacruz, propietario del restaurante Ecuacol, que compra tres quintales semanales para preparar los platos.
César Ruiz, coordinador de Formulación de Planes y Proyectos del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap), estima que el precio justo por la papa de primera debería sobrepasar los USD 15. Pero la inestabilidad del precio y el clima son factores con los cuales los campesinos no pueden luchar, indica el técnico.
“En septiembre, el quintal bajó a USD 4 y en diciembre subió a 20”, recuerda Rosero. Y, ahora, nuevamente está bajando.
El retorno de las lluvias no solucionará los problemas para los consumidores. Los agricultores temen que haya escasez del producto más adelante, debido a que la sequía destruyó los cultivos.
Eso significa que el precio de la papa aumentará en los mercados, como ocurrió durante el 2008.
“Este momento se han dejado de sembrar entre 2 000 y 3 500 hectáreas, porque los campesinos temen que en junio, julio y agosto retorne el verano”, indica Ruiz.
Según el informe del Magap, la escasez de lluvias afectó a 4 500 agricultores y a 2 000 ganaderos.
La producción de papa, el principal cultivo de esta provincia, fue una de las más golpeadas. “De las 5 000 hectáreas que se siembran regularmente en los seis cantones se perdieron 2 000”.
Comenta que las pocas plantas que se han mantenido en pie -por contar con agua de riego o precipitaciones esporádicas- no han alcanzado la cosecha esperada.
Según el técnico, una hectárea, en condiciones óptimas, produce 400 quintales. Sin el agua de la lluvia, la cosecha se reduce hasta un 50%. Rosero sigue con la cosecha para terminar en dos días.