Estados Unidos se arriesga a otra semana perdida, sin lograr un acuerdo entre demócratas y republicanos, para solucionar el “precipicio fiscal” antes de que finalice el año y que podría llevar a la primera economía mundial a la recesión.
Republicanos y demócratas, liderados por el presidente Barack Obama, están obligados a sentar lo antes posible las bases de un acuerdo de mínimos que evite que a comienzos de enero coincidan el fin de exenciones impositivas, de las prestaciones al desempleo y se ejecuten duros recortes del gasto, en especial en Defensa.
Esta “tormenta perfecta” podría descarrilar la recuperación económica como opinan la Casa Blanca, la Oficina Presupuestaria del Congreso e instituciones internacionales como el FMI.
Hoy, Obama visita una planta automovilística cerca de Detroit, capital del motor estadounidense, en la que insistirá en que no se suban impuestos a la clase media sino a quienes tengan ingresos de más de USD 250 000 al año.
El mandatario norteamericano repite su estrategia que ya usó a fines de noviembre, cuando visitó una fábrica de juguetes en Pensilvania, donde reiteró su plan para evitar que “los republicanos hagan rehenes a la clase media” para que no se aumente la presión fiscal a los ricos. El sábado pasado, el senador por Florida Marco Rubio delineó en el discurso semanal del Partido Republicano las posturas de su formación. “Más impuestos no ayudará a resolver nuestros USD 16 billones de deuda, solo crecimiento económico y reforma de los programas sociales ayudarán”, aseguró Rubio.