El presidente estadounidense, Barack Obama, acusó el jueves a China de “manipular el sistema de comercio a su favor” e intervenir en los mercados de cambios para mantener su moneda artificialmente baja con relación al dólar.
Obama dijo en conferencia de prensa que considera que Estados Unidos podría tener una “relación comercial beneficiosa” para las dos partes con Pekín, pero añadió: “El comercio es fantástico siempre y cuando todos jueguen con las mismas reglas”.
Aunque elogió la “significativa transformación” de China y señaló que las relaciones entre los dos países se estabilizaron “de forma saludable”, criticó con dureza las prácticas comerciales de Pekín.
“China ha sido muy agresiva en manipular el sistema comercial para su beneficio y en detrimento de otros países, particularmente de Estados Unidos”, dijo.
“Y la manipulación de la moneda es un ejemplo de esto, o al menos intervenir en el mercado de cambios de formas que llevaron a su moneda a valores inferiores a los que el mercado normalmente determinaría”, remarcó Obama.
“Eso hace sus exportaciones más baratas, y nuestras exportaciones (hacia China) más caras. Hemos visto alguna mejoría, una ligera apreciación en el último año. Pero no es suficiente”, indicó.
Estas declaraciones intervienen en momentos en que el Senado decidió dar por terminado el debate sobre un proyecto de ley para castigar a China por la manipulación de su moneda, el yuan, iniciativa que ahora podría ser votada el jueves.
Este proyecto, motivado por la ira de los estadounidenses ante su débil economía y su alto nivel de desempleo (9,1%) , establece las bases para aranceles que penalicen bienes chinos si se establece que Pekín mantiene su moneda depreciada y por lo tanto sus exportaciones artificialmente baratas.
Sus promotores en el Senado argumentan que ayudaría a crear empleos y a reducir el enorme déficit comercial que mantiene Estados Unidos con China.
Aunque la legislación podría ser aprobada en el Senado, su futuro parece incierto una vez que llegue a la Cámara de Representantes, cuyo presidente republicano, John Boehner, aseguró que la “peligrosa” medida no trascendería.
En Washington, pocos discuten que China mantiene su moneda artificialmente baja frente al dólar, lo que otorga a sus bienes un margen de 30% con respecto a productos estadounidenses equivalentes, profundizando así el déficit comercial de Estados Unidos y mermando la creación de empleos en ese país.
Sin embargo, los que se oponen a las sanciones contra China argumentan el riesgo de declarar una guerra comercial al país asiático, y advierten que una eventual apreciación del yuan impulsaría al sector manufecturero, y por ende, la creación de empleos, en países como Vietnam y Malasia, pero no en Estados Unidos.
Además, quienes se oponen a las sanciones aseguran que si el proyecto de ley es aprobado, incrementaría el costo de las materias primas y los productos industrializados procedentes de China, lo que traería más perjuicios que ayuda a los negocios y familias estadounidenses.
Los partidarios del proyecto, una inusual alianza entre demócratas y republicanos, argumentan que es hora de que Washington enfrente a Pekín y que un alza del yuan haría que los trabajadores chinos tuvieran un mayor poder adquisitivo para comprar más bienes estadounidenses, lo que crearía más empleos en Estados Unidos y reduciría el déficit comercial.
Además de estos argumentos, señalan que las leyes y mecanismos internacionales de comercio actuales no han logrado frenar lo que ellos llaman prácticas desleales de Pekín, entre ellas el subsidio que aporta a ciertos productores chinos y la piratería intelectual.