Las joyerías cuencanas se han dedicado a comprar ‘oro de segunda mano’ como una medida para abaratas costos, en medio de un mercado donde el metal precioso cada vez cuesta más.
En esos establecimientos, donde las piezas doradas dan brillo a las estanterías, proliferan los letreros señalando: “Se compra oro”. Por el aumento del precio de ese metal, los joyeros identificaron una oportunidad de negocio al comprar piezas usadas, aunque el precio varia entre joyerías.
El gerente de Romeo Joyería, Washington Guacho, compra oro de esta forma desde el 2009. Por cada gramo, Guacho dice que paga USD 5 menos respecto a la cotización internacional de ese día.
Es decir, si el valor es de USD 35 por gramo, Guacho ofrece USD 30 “porque en el proceso de fundición se encuentran otros elementos que reducen la materia prima”. Él compra oro blanco o amarillo, pero sin piedras preciosas o semipreciosas.
Marta Pintado se divorció hace tres años en Cuenca y en diciembre pasado decidió vender su anillo de matrimonio, para obtener unos ingresos y deshacerse de los recuerdos. Recibió USD 160 por esa joya de 10 gramos en oro amarillo. Entró al almacén y entregó la pieza que pasó por una prueba de ácido. El joyero le indicó que el metal se manchó con el ácido, una señal de que el oro no era puro. “Me pagaron menos de lo que ofrecían”, recuerda Pintado.
Los divorciados son clientes potenciales de este tipo de negocio. Y Azuay es una de las provincias, junto a Tungurahua y Galápagos, con más divorcios en el país, según el censo de población.
La Joyería Central también compra joyas usadas para abastecerse de materia prima. Su propietario, Carlos Ramírez, demanda piezas de oro usadas que luego las funde para tener reservas y así cumplir con los pedidos de argollas y cadenas.
Con esta opción, dice, ahorra hasta un 20% del precio que se paga en el mercado tradicional, donde el gramo de oro cuesta USD 35. Ramírez compra piezas de oro que oscilan entre 14 y 18 quilates y que superan los 10 gramos. Les aplica la prueba del ácido para verificar la pureza y, según el resultado, paga el precio que le resulte rentable.
Para el representante de la Asociación de Joyeros del Azuay, Fausto Ordóñez, la adquisición de joyas usadas es una estrategia que permite disminuir los costos operativos y los trámites de importación de la materia prima.
La práctica de comprar joyas es una tendencia internacional, ya que por el constante aumento del precio del metal y por la pérdida de valor sentimental de una pieza, los joyeros pueden conseguir menores precios.
Esta venta masiva de joyas de manera informal debe regularse, para identificar la procedencia del material que se compra y así garantizar el tipo de oro que adquiere el cliente. Es decir, “que al comprar una joya de 18 quilates, no le hayan mezclado con oro de 14, por ejemplo”, acota Ordóñez.
Datos para conocer
El oro de 24 quilates es el más puro, pero por esa pureza es difícil de moldear. De ahí que el óptimo para los joyeros es que el metal precioso sea de 18 quilates.
En la elaboración de las joyas se mezcla oro de 14 con el de 18 quilates. El cliente debe pedir una garantía sobre la calidad de la joya que adquiera.
El precio de la onza de oro en el mercado internacional está en USD 1 724. Y una onza troy, unidad de medida, equivale a 31,1 gramos de oro de 24 quilates.