No han sido pocas las veces que los sectores productivos, a través de sus gremios, han levantado su protesta por determinadas políticas económicas adoptadas por el Gobierno, desde el 2007.
Sin embargo, más allá de las diferencias, los grandes grupos económicos (que hoy suman 100 registrados por el Servicio de Rentas Internas, de los 17 sumados en el 2007) han visto multiplicar tanto los volúmenes de sus negocios como su diversificación en distintos sectores económicos.
Por ejemplo, hoy, hablar del Banco Pichincha (el primero en la lista del ‘ranking’ del SRI) como grupo ya no es solo referirse a la entidad bancaria y sus filiales financieras. Por su portafolio también pasan empresas de venta de autos, inmobiliarias, etc.
Lo mismo sucede con Corporación Favorita, que atrás dejó su exclusiva ancla con el negocio de los supermercados para incursionar también con compañías constructoras y hasta vitivinícolas.
Cabe recordar que en la Constitución aprobada en el 2008, se determinó que los grupos empresariales se dediquen de forma exclusiva a sus negocios. Y por eso, junto a la Ley Antimonopolios aprobada este año, se obligó a la venta de varios negocios paralelos, especialmente de la banca y medios de comunicación, lo que sin duda cambiará el escenario para los próximo s años.
Y más allá de las reglas de juego, la bonanza económica, especialmente empujada por la demanda de un mercado con mayor cantidad de dinero (vía alta inversión pública, elevados precios del petróleo y endeudamiento externo), se replicó en las compañías, amén de su tamaño en el mercado.
En ese sentido, para la gerente financiera de una productora de alimentos, Gabriela Sotomayor, evidentemente no solo los grandes grupos económicos sino en general todo el sector privado se han beneficiado de la alta demanda que ha existido en los últimos años. “Pero eso no implica que las políticas de presión sobre las empresas, especialmente desde los tributos, no haya significado un problema permanente para nosotros. Hemos podido ir adaptándonos a los cambios”.
Como señal, según las estadísticas más actualizadas del SRI, los ingresos totales de los grupos económicos crecieron en un 12% entre el 2010 y 2011, hasta ubicarse en USD 35 874 millones.
El 2010, los grupos económicos del país reportaron USD 650,1 millones en pago del Impuesto a la Renta, mientras que el año pasado cancelaron por este concepto un total de USD 787 millones.
Con ello se evidencia que, a medida que el catastro de los grupos ha ido aumentando, su peso en la economía también.
El empresario Carlos Rivadeneira, que estuvo al frente de la Cámara de la Pequeña Industria de Pichincha, reconoce que el sector privado se ha beneficiado del elevado gasto público, ya que los negocios han visto incrementar sus ventas y sus utilidades.
“La gran paradoja es que a pesar todo ello, el sector privado tampoco ha hecho inversiones, ya que lo que se vive actualmente en la economía puede ser un efecto pasajero, que de pronto no va a extenderse hacia el futuro. La política pública está ligada a factores exógenos como el precio del petróleo. Hoy no existe la confianza de los empresarios para invertir”.
¿Y la proliferación de grandes centros comerciales en el país? Para Rivadeneira, eso refleja un sector comercial muy dinámico pero no con productos del Ecuador. “En este rato en el sector público los funcionarios ganan mucho dinero y prefieren ropa de marca. Los importadores se benefician más que los productores”.
Por su lado, el empresario textil ambateño Carlos Cuadrado señala que la relación con el sector público ha sido difícil. “El Gobierno ha hablado mucho, pero ha dado poco. Como ningún otro Gobierno, nos ha visitado a los gremios, se ha entablado mucho el diálogo, pero a la hora de la hora nada. El crecimiento de la empresa se ha dado por la estabilidad económica y nuestros propios esfuerzos más que por otra cosa”.
Punto de vista
Marco Naranjo Catedrático
‘Los sectores empresariales tienen su propio papel’
Analizar la relación empresa-Estado es algo más complejo de lo que parece. Históricamente, el Estado fue secuestrado por sectores privados y la política económica era dictada por ellos, no a favor del país en general sino de sus intereses específicos. Y eso ha sido aquí y en otros países.
La Constituyente de Montecristi se preocupó de ello y de que los banqueros sean banqueros y los industriales sean industriales. Hoy se está tratando de institucionalizar el Estado y en ese escenario lo importante es que los sectores empresariales jueguen en el mercado y no lo utilicen para sus intereses propios. Si la política pública va bien, entonces el país va bien y, por ende, las empresas van bien. Estaría mal que la política económica busque favorecer a ciertos sectores.
Otras visiones
Para el consultor Alfredo Bucheli las medidas han sido fuertes, pero no determinantes. Ambas partes han estado cómodas: el Gobierno permitió importar más, construir más, vender más autos, etc., y a cambio los empresarios aceptaron a regañadientes pagar más impuestos.
El economista Xavier Andrade cree que el consumo ha marcado el paso en el país. Entonces, al ver cómo se ha encaminado la economía, es evidente que el sector privado se benefició de la política pública de elevado gasto.
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