Grecia se acerca a la salida del euro, la UE y Alemania ante un gran dilema

El limbo político de Grecia tras el rechazo de la población a la austeridad ha acercado al país a la puerta de salida de la Eurozona y ha creado un enorme dilema para la Unión Europea, en particular Alemania, opinan los analistas.

Desde las elecciones legislativas del domingo, en las que los electores griegos desautorizaron a los dos partidos tradicionales responsables de la deuda y del acatamiento de las duras condiciones impuestas por los acreedores, los analistas de los mercados financieros hacen cábalas sobre el futuro inmediato para el país heleno y el euro.

La economista Gillian Edgeworth de UniCredit dice que los acreedores de Grecia deben permanecer en “guardia” y “trabajar en una solución”.

Una salida de Grecia de la Eurozona supondría “una gran devaluación, una espiral inflacionista y una caída del crecimiento del PIB de dos dígitos” y produciría una “cadena de defaults del sector privado”, predice.

Además, se impondrían “controles de capitales que limitarían cualquier salida de fondos del país” y los “bancos cerrarían para facilitar la nueva denominación”.

Tampoco hay garantía de “que un banco que trabaje en Grecia no salpique a la Eurozona”, advierte.

Los analistas concuerdan en que el recrudecimiento de la tensión de la crisis de la deuda socavará las posibilidades de crecimiento en Europa.

Mientras los partidos políticos en Atenas negocian el futuro del país cuando se acerca la vital temporada turística veraniega, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional están en ante un complicado dilema.

En particular, porque deben despejar interrogantes de si se debe alcanzar un compromiso y cómo hacerlo sobre las condiciones de ayuda y las garantías que podrían obtener a cambio, así como los riesgos de que cualquier acuerdo pueda socavar la credibilidad de otros países rescatados y aumentar los pedidos para renegociar los ya suscritos.

Si Grecia dejara de ser miembro de la Eurozona, los efectos serían mucho peores para los griegos de lo que quieren creer.

En el caso de la Eurozona y la Unión Europea, las tensiones se podrían recrudecer en los eslabones más débiles y en los mercados, pero terminarían absorbiendo el impacto.

Sin embargo, en el caso de que el recrudecimiento de la crisis obligara a un país grande de la Eurozona a pedir ayuda existen dudas de la capacidad de los Fondos de rescate de la UE y del Fondo Monetario Internacional.

Edgeworth dice que con excepción del Banco Central Europeo, ni la UE ni el FMI tienen suficientes cortafuegos para hacer frente por ejemplo a un pedido de ayuda por España.

Los efectos de una salida de Grecia de la Eurozona y del fracaso de los intentos para resolverlo podrían ser muy dañinos para la credibilidad política de la UE, aunque los analistas también dicen que una crisis así podría contribuir a aumentar la cohesión de los 16 miembros restantes.

El economista Ben May, de Capital Economics de Londres, reconoce que el riesgo de que Grecia abandone la Eurozona para finales de año ha aumentado.

Otra elección en el país en caso de que los partidos fracasen en formar gobierno y más incertidumbres podrían dejar al gobierno sin fondos para pagar las deudas, aunque se podría evitar un default si una nueva elección diera a los dos partidos tradicionales -el conservador Nueva Democracia y el socialista Pasok- suficientes votos como para proseguir las reformas y obtener los próximas tramos del crédito otorgado al país por sus acreedores.

De lo contrario, los responsables políticos europeos pueden obligar a Grecia a abandonar el euro.

Capital Economics también advierte que las nuevas tensiones que genera Grecia podrían afectar al bono alemán, un valor refugio, en caso de que los inversores abandonen la Eurozona y Alemania tendría altos costes si no lograra prevenir una ruptura desordenada del bloque.

Analistas del Commerzbank advierten que “el peor de los escenarios -que Grecia abandone la moneda única- podría contribuir a una salida de capitales de los países de la periferia, lo que forzaría al BCE a proporcionar a estos países capital mediante la impresión de moneda a mayor velocidad”.

“Las posibilidades de que Grecia abandone la Eurozona hace que los mercados cuestionen la propia idea de Europa”, piensan por su parte los analistas de la agencia de corretaje francesa Aurel BGC.

“Es evidente que los inversores no estarán muy inclinados a prestar a Portugal, Irlanda o incluso España si hay riesgo de que alguno de ellos se vaya del euro”, alegan.

Pero la vuelta a las monedas nacionales no parece tampoco una buena idea. El director de la agencia de calificación Fitch, Paul Taylor, dijo a la revista alemana Der Spiegel, que si “se reintrodujera el marco alemán se apreciaría considerablemente frente a otras monedas. El sector exportador, el motor de la economía alemana, se resentiría”.

“Alemania no lo va a tolerar aunque uno o varios países abandonen la Eurozona”, predice.

Para el broker de Oddo en París, Bruno Cavalier, la cuestión es muy simple: o Grecia se compromete a perder su poca soberanía y aplica las reformas que le exigen sus acreedores, o recupera su soberanía monetaria y corta todos los puentes con Europa.

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