Oso grande, diamante, monterrey y albión son las variedades de frutillas o fresas que más se cultivan en el Ecuador. Tienen texturas y pesos similares y se diferencian por su tamaño.
En el país se cultivan en zonas que tienen entre 1 300 y 3 600 metros sobre el nivel del mar y con temperaturas que bordean los 15 grados, según Jorge Fabara, ex presidente de la Asociación Ecuatoriana de Fruticultores.
La mayor producción está concentrada en Pichincha, que tiene 400 hectáreas cultivadas. Le sigue Tungurahua con 240 hectáreas. En otras provincias como Chimborazo, Cotopaxi, Imbabura y Azuay, la producción supera las 40 hectáreas.
Fabara, quien es catedrático de la Universidad Técnica de Ambato, señala que la frutilla es una planta rastrera que se cultiva en todo el mundo, excepto en África y Asia. Una de las principales productoras de Cuenca es Aída Pintado. Ella vive en la parroquia de San Joaquín, a 15 minutos del Centro Histórico de Cuenca.
En un terreno de 3 000 metros cuadrados cultiva las variedades oso grande y diamante. Ella siembra las frutillas en plataformas o camas (montículos) de 10 centímetros de alto por 30 cm de ancho. Antes de sembrar cubre el suelo con plásticos negros para evitar el contacto de la fruta con la tierra y la transmisión de plagas.
En una plataforma se siembran de tres a cuatro filas de plantas, dice Pintado. “Sobre el plástico se hacen orificios para que las matas salgan a la superficie. Con el sistema se mejora el drenaje y la plantación es más productiva”.
Según esta agricultora, producen de 120 a 150 libras a la semana y en épocas de alta producción (de marzo a mayo) unas 300 libras. Cada libra vende en USD 1,25 a supermercados y restaurantes de Cuenca. “Es un cultivo rentable”, dice Pintado.
Un criterio similar tiene la productora del cantón cañarense de Suscal, María Puma. Según ella, en seis meses de producción recupera la inversión. Estima que en media hectárea (10 200 plantas) invierte 1 500 dólares y cada semana obtiene 50 dólares por la venta de la cosecha.
Fabara dice que la mayoría de productores del país destina 1 000 metros para cultivar las frutillas y tiene un ingreso mensual de USD 450. “Es una alternativa para la economía de los agricultores pequeños del país”.
Fabara señala que cada vez existen nuevas variedades de frutillas, porque los agricultores importan nuevas semillas o plantas. También, realizan pruebas como mezclar diferentes tipos de semillas para obtener una tercera. Así se crearon variedades como san andrés y festival.
LOS BENEFICIOS
Esta fruta tiene propiedades diuréticas y antirreumáticas. Se recomienda tomar de tres a cuatro tazas diarias de la infusión de las hojas. Las raíces ayudan a los tratamientos contra la gota y la artritis.
La cantidad de ácido ascórbico, así como de lecitina y pectina en los diferentes tipos de frutillas, sirve para disminuir el nivel de colesterol de la sangre.
Una infusión de las hojas es beneficiosa para las inflamaciones del intestino. La cocción de las raíces ayuda a disminuir las inflamaciones por artritis.
Sus frutos también son muy ricos en vitamina C. Tienen virtudes antianémicas, reconstituyentes y antioxidantes. Se aconseja dar a los niños que están en crecimiento.
Las infusiones de hojas secas son muy astringentes y se pueden utilizar para curar las llagas de la boca. Anteriormente, se usaban como laxante.
Las hojas machacadas y aplicadas sobre la piel constituyen un remedio para evitar las arrugas.
La frutilla pertenece a la familia de las rosáceas y al género de las fragarias. Es originaria de América y se cultiva principalmente en Chile y California y Virginia, en Estados Unidos.