En agosto pasado, la autoridad aduanera y tributaria de Perú (Sunat) halló un cargamento de 17 toneladas de ropa usada y desperdicios de tela que un supuesto consorcio comercial pretendía enviar a Venezuela como si fueran camisetas polos de primera calidad, según publica hoy el Comercio de Perú. “Este hecho, que para algunos puede parecer aislado, reveló un ‘secreto’ a voces que circula entre los empresarios y especialistas del sector: un determinado grupo de firmas estaría exportando prendas de vestir a Venezuela de manera ficticia, lo que está ocasionando una distorsión en las estadísticas de envíos de este sector al extranjero”.
Según Prom-Perú, durante los primeros nueve meses de este año, el sector textil-confecciones exportó a Venezuela USD 502 millones, cifra con la que desplazó a EE.UU. y se consolidó como primer destino de envíos peruanos al exterior. En ese período las exportaciones de prendas de vestir al país llanero registraron un crecimiento de más de 140%, una tasa que no se registraba desde el 2008. “Aquí hay un crecimiento artificial que distorsiona la real situación por la que atraviesa el sector”, dijo al Diario Estevan Daneliuc, director de Topy Top.
Igor Rojas, coordinador del departamento de industria de la vestimenta de Prom-Perú, cree que la inusitada expansión de envíos a Venezuela se debe a que actualmente están surgiendo empresas que ingresan al mercado de confecciones motivadas por las fuertes ganancias que se pueden lograr cuando se hacen negocios con especuladores venezolanos. Esta teoría es respaldada por la Asociación de Exportadores (ADEX). “Se trata de empresas que se habrían creado entre el 2011 y el 2012 pero que sospechosamente ni siquiera exigen devolución de ‘drawback’ al exportar”, dijo Pedro Gamio, presidente del Comité de Confecciones del gremio exportador.
El líder gremial cree que estos nuevos jugadores solo vienen aprovechando la situación como una fachada para cerrar contratos con empresarios venezolanos que hacen negocios con el Perú, y luego se benefician con el mercado cambiario del dólar en el país llanero. Para un especialista de una conocida consultora de comercio exterior, que prefirió mantener su nombre en reserva, el hecho de que un venezolano firme un contrato con una embaladora peruana es solo una excusa para luego acudir a los organismos que controlan la divisa de Venezuela y comprar dólares americanos, que luego revende en el mercado negro con valores que superan con creces el precio base. “Lo que buscan en muchos casos es tener un contrato que les permita justificar ante las autoridades venezolanas la salida de dólares, que luego termina vendiendo en el mercado negro a un mayor precio”, precisa.
Por lo pronto, Prom-Perú alerta que este año se han creado 87 empresas peruanas que vienen cerrando negocios con Venezuela, y hoy estas concentran el 50% de las exportaciones de confecciones a ese mercado. “Nos sorprende que muchas son firmas que no operaban en el 2011 y que en pocos meses de su creación empiezan a vender a Venezuela más de USD 3 millones”, indica Daneliuc, cuya compañía lidera las exportaciones a ese mercado. Un aspecto que llama la atención, pues es algo que ni una empresa consolidada y con varios años en el sector logra cuando incursiona en un mercado.
Otro dato: mientras Topy Top, Textiles Camones y otras compañías consolidadas en el sector venden sus prendas a un precio que no supera los USD 35 el kilo de confecciones en ese país, las firmas creadas el último año están colocando prendas entre los USD 80 y USD 250 el kilo. “Ni siquiera en el mercado premium de Estados Unidos se puede exportar prendas a tan alto precio. Todo indicaría que se trataría de firmas que están haciendo negocios de forma ilícita”, opina Pedro Gamio.
El Comercio trató de contactarse con 20 de las empresas que hoy exportan grandes volúmenes a Venezuela y no tienen más de un año de vida, según la Sunat. Curiosamente, más del 50% de las compañías detectadas registraron números telefónicos equivocados o que no se encuentran en servicio. A unas cuantas también se las buscó en Gamarra (pues allí está su registro domiciliario), pero a la hora de la hora muchos de sus locales estaban cerrados. Comerciantes vecinos nos indicaron que se trataría de embaladores que casi no abren sus puertas.
Solo una respondió. Se trata de Corporación Arcatex, una empresa embaladora, que entre enero y setiembre del presente año logró exportar a Venezuela prendas por más de US$5 millones. Jaime Cabrera, uno de sus dueños, indica que él es un peruano que desde hace seis años reside en Caracas. “Hoy cuento con una cartera de 50 clientes en Venezuela a quienes exporto prendas que compro a distintos puestos de Gamarra”. Sin embargo, admite que exportar al país del norte tomó su tiempo antes de asociarse con un empresario en Lima y crear su embaladora. “Hoy es un buen momento para exportar a Venezuela, pero sin duda hay que estar alerta, pues no es un mercado seguro”, dice Cabrera.
José Luis Silva, ministro de Comercio Exterior y Turismo, cree que el crecimiento de las exportaciones a Venezuela no son consecuencia de una burbuja. “El mercado se estaría recuperando de la caída que tuvo en el 2009, dado el alto consumo en ese país, la apertura del Gobierno venezolano y una creciente clase media que busca comprar confecciones peruanas de calidad”, ha señalado en más de una ocasión a la prensa.
Mario Fiocco, presidente del comité de confecciones de la Sociedad Nacional de Industrias, coincide con Silva. Según el líder gremial, el repunte de las exportaciones textiles a Venezuela se debe a una recuperación del mercado.
José Carlos Mathews tampoco cree que haya que sobresaltarse con el crecimiento de las exportaciones al mercado llanero. El ex director de exportaciones de Prom-Perú dice que a pesar de que algunos textileros peruanos consideran que se viene generando una burbuja venezolana, ese país no deja de ser un mercado atractivo para el Perú, sobre todo por el gran sentido de la moda que tienen sus ciudadanos.
Sin embargo, otros son más cautos y sugieren tomar a Venezuela solo como una alternativa de mercado más entre otras opciones. Dada la inestabilidad política y económica del país, Sergio Saldaña Tantaleán, analista de Maximixe, recomienda a los confeccionistas peruanos diversificar sus envíos a Estados Unidos y otros países de la región. Solo hay que recordar que cuando Hugo Chávez suspendió la importación de prendas peruanas, nuestras exportaciones a ese país de la región cayeron 45,17% en el 2009.