Desde que se instauró el Fondo Cucayo, en enero del 2009, 82 proyectos de microempresas han recibido USD 1 millón en el Austro. El total nacional fue de 283 negocios y USD 3,5 millones.
La mayoría de emigrantes que ha decido regresar al país para comenzar un negocio propio apeló a la experiencia obtenida en el extranjero. Así lo explica Germán Cárdenas, técnico de la Secretaría Nacional del Migrante (Senami), en el Austro.
Manuel Fernández es uno de ellos. Cuando viajó, en el 2002, ya tenía su panadería El Relámpago. Hace un año logró remodelarla y aumentar su producción.
En EE.UU. aprendió a mejorar la exhibición del producto. En el 2009, dos años después de su retorno, invirtió USD 22 000 en ampliar el local y adquirir nuevos equipos. Su producción aumentó de 700 a 1 500 panes diarios.
Estas iniciativas tienen sistemas de incentivo, entre los más populares figura el Cucayo, un fondo que otorga al migrante un crédito no reembolsable. Ese dinero financia hasta el 25% del proyecto.
La ventaja que tienen estos negocios, dice Cárdenas, es que sus propietarios aprendieron en el exterior nuevas destrezas que ahora las ponen en práctica.
Esa descripción se ajusta a la experiencia de Freddy Romero. Él viajó en el 2006 a Nueva York con la idea de reunir dinero para montar un taller de autos en Cuenca.
En dos años reunió USD 7 000 y abrió el taller. Su ventaja fue que sabía exactamente lo que necesitaba para hacerlo, pues en EE.UU. trabajó en un negocio similar.Según el Banco Interamericano de Desarrollo, el 8% de las remesas que ingresan al país se invierte con fines productivos. El 61% se destina a gastos diarios.
Ana María Seminario es parte de ese 8%. Ella cerró su taller de confecciones en el 2003 para viajar a Pittsfield (Massachusetts) donde trabajó en hoteles, restaurantes y fábricas.
En el 2008 regresó al Ecuador para visitar a su familia en Cuenca. Allí le sorprendió su hija, Ana Calle, con la novedad que estaba inscrita en el Fondo Cucayo.
El negocio que su hija planeó fue la confección. Seminario no se interesó hasta que le notificaron que obtuvo USD 8 300 de la Senami. Contando con esos recursos logró reunir USD 34 000 que invirtió en la adquisición de máquinas y equipos de costura.
Otra persona que tuvo claros sus objetivos fue Nancy Ordóñez. Ella vivió desde 1995 en Norwalk (Conneticut) donde vivió hasta el 2009. Allí trabajó como asistente de peluquería y en el 2009 regresó para montar, con USD 65 000, un SPA y peluquería. Cucayo le favoreció con USD 12 000.