El romance que mantiene Ecuador con China no muestra ningún signo de enfriamiento, indica un artículo publicado por la periodista Naomi Mapstone en el diario británico Financial Times.
Rafael Correa, el presidente de discurso izquierdista, dijo a la prensa el jueves en Quito, que la producción petrolera proyectada dentro de la OPEP podría afectar la expedición de un bono este año de USD 1 700 millones proveniente de la potencia asiática, que ya había sido negociado.
Puede ser la primera vez que esto ocurra desde que Ecuador declaró la moratoria del pago de una deuda de USD 3 200 millones, entre el 2008 y el 2009. Eso fue previsto por analistas como una operación riesgosa que afectaría futuros créditos, dice el informe del medio inglés, que sigue detalladamente la estrategia del dragón en Latinoamérica.
Pero lo que no fue aprovechado por muchos inversionistas y banqueros, fue asumido por China. El gigante hambriento de recursos ha prestado un estimado de USD 7, 200 millones a Ecuador, un buen porcentaje comprometido con la entrega de petróleo.
La deuda con China incluye USD 1 700 millones para una planta hidroeléctrica (proyecto Coca-Codo Sinclair). Esta obra es promocionada como uno de los mayores emprendimientos del gobierno de Correa, aunque ha empezado a mostrar algunos problemas. Especialmente, por el maltrato que reciben los empleados ecuatorianos contratados por la empresa Sinohydro, que ejecuta el proyecto en la Amazonia.
El Gobierno -sostiene el Financial Times- previamente ha dicho que está deseoso de acceder a otro crédito por USD 10 000 millones, lo que ha generado críticas sobre la aparente afectación a la soberanía nacional.
El último reporte ‘Nuevos bancos en casa, el financiamiento chino en Latinoamérica’ muestra que Ecuador no está solo en la región atrayendo la atención de China. Venezuela y Ecuador son los principales destinatarios para los bancos chinos en Latinoamérica. Acumulan el 61% de los préstamos en la región, desde el 2005, según el reporte.
Por eso no hay créditos restringidos para Ecuador, más allá de sus antecedentes de un serio deudor, concluye la nota.