Llega la hora de la verdad: el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, da a conocer hoy su “kit de emergencias” para mantener a flote la Eurozona y alzarse así como el gran salvador del euro y de los países del sur del Viejo Continente, en el centro del huracán de la crisis de deuda.
Las palabras del Presidente del BCE valen miles de millones de euros y por eso las mide tanto durante sus comparecencias públicas. Nadie tiene tanta influencia en los mercados financieros como él. Draghi ya anunció que el guardián del euro está preparado para intervenir en los mercados de deuda estatal. “El BCE hará todo lo necesario para mantener el euro”, anunció en la reunión del mes pasado. “Y créanme, será suficiente”, añadió.
Sin embargo, aún falta por saber el cuándo, el cómo y las cantidades que está dispuesto a poner sobre la mesa. Algunos de esos detalles se conocen por fin hoy.
El nuevo programa será diferente del anterior, en el que el BCE invirtió 211 000 millones de euros desde su puesta en marcha en mayo del 2010 hasta que lo paralizó en marzo de este año.
En esta ocasión, el organismo solo intervendrá en los mercados de deuda para comprar bonos a plazos de hasta tres años de aquellos países que hayan acudido formalmente a los fondos de rescate. Es aquí donde surge el primer inconveniente. El Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) tiene que ser ratificado en el Tribunal Constitucional alemán el próximo 12 de septiembre.
Todo apunta a que dará luz verde al instrumento de rescate. Sin embargo, una vez ratificado, Alemania tiene derecho a veto contra posibles solicitudes de rescate al ser responsable de un 25% del dinero del MEDE. Esto significa que, en la práctica, Alemania podría boicotear los planes de compra de deuda soberana si quisiera. De hecho, Alemania se alza como el país más crítico con el programa de compra de Draghi al considerarlo una infracción de los tratados europeos.
También el alemán Jörg Asmussen, miembro del Consejo de Gobierno del BCE, cree que las medidas tradicionales de política monetaria del BCE -como la bajada de tipos- dejaron de tener efecto en la economía real.
Las principales críticas al programa vinieron del presidente del Bundesbank alemán, Jens Weidmann, según el cual financiar Estados con la máquina de imprimir billetes podría “crear adicción como una droga”.
Los expertos especulan con dos posibilidades ante la cita de hoy. Por un lado, que el BCE decida fijar un límite en los tipos de interés a partir del cual intervendría en los mercados de deuda; por el otro, que lo haga, pero en secreto.
Por su lado, el jefe del Estado francés, Franois Hollande, volvió a apostar por una intervención del BCE que rebaje la presión que pesa sobre la deuda de los países más frágiles de la zona. El Mandatario recordó que la cumbre europea de junio ya acordó un dispositivo que permite una intervención al BCE.