La uvilla, también conocida como la ‘uva serrana’, es una fruta que se está expandiendo en el campo agrícola del Ecuador. Actualmente se producen 700 hectáreas para la exportación.
Su forma esférica, su color amarillo y su sabor agridulce han hecho que las uvillas sean reconocidas como frutas exóticas en el extranjero.
La uvilla es una fruta que fue conocida por los incas. La historia cuenta que es nativa del Perú y que llegó al Ecuador como un fruto silvestre, ya que sus semillas se propagan fácilmente. Crece en un clima templado, de entre ocho y 20 grados centígrados y a una altura de 1 000 a 3 500 metros sobre el nivel del mar.
El cultivo de las semillas tiene dos facetas. Primero, las semillas son sembradas en camas (cajas de tierra). Una vez que han brotado plantas de 15 centímetros de alto son trasplantadas al terreno definitivo.
Las plantas crecen en forma de arbusto. En seis meses, pueden llegar a medir hasta 2,50 metros de alto. Se las debe sembrar a 2,50 metros de distancia una de otra para evitar que las ramas se enreden entre ellas y formen matorrales que pueden hacer que la producción se pierda porque se dificulta la cosecha.
“Además, si se siembra muy de cerca, los frutos salen más pequeños”, afirma Jorge Ortiz, técnico de una finca en la zona de Tabacundo, en Pichincha.
El crecimiento de la planta va acompañado de abonos que la fortalezcan. El abono orgánico debe implementarse al principio de la siembra para que la planta crezca más resistente a los hongos que puedan atacarla. Hay que chequear los tallos y las hojas periódicamente y colocar fungicidas para evitar que se enfermen o se pudran.
“Para que la planta no se estrese, hay que cosechar las uvillas semanalmente”, explica Juan Jáuregui, propietario de la finca. Si los frutos se maduran demasiado, consumen más alimento y por ende la planta se desgasta más. Su vida útil es de ocho meses, promedio.
La flor de la que nace la uvilla mide dos centímetros. Sus colores son negro y amarillo. Cuando la flor cae, se forma un capuchón que recubre la uvilla hasta el momento de cosecharla. Esto es cuando la fruta haya tomado un color entre verde y amarillo.
En seis hectáreas de cultivo, Jáuregui obtiene 1 000 kilogramos de uvillas cada semana. “Las plantas crecen y dan frutas todo el año”, asegura.
Él, como muchos otros productores, vende las uvillas a fábricas para que las comercialicen deshidratadas. También extrae la pulpa para venderla congelada. Jáuregui espera llegar a producir mínimo 8 000 kilogramos para poder exportar.
Sus propiedades nutricionales las hacen más cotizadas. Según, Ortiz, las uvillas son ricas en vitamina C (en 100 gramos de uvillas, hay 20 miligramos de vitamina C), regula el nivel de azúcar en los diabéticos y ayuda a eliminar los parásitos intestinales.