Desde el 2001 hasta la actualidad, la Superintendencia de Telecomunicaciones (Supertel) reportó la clausura de 87 centros dedicados a la comercialización irregular de los servicios de telecomunicaciones en el país.
En el 2009 se ejecutaron más clausuras a estos centros, cuyo negocio era distribuir señales no autorizadas. En los años siguientes ha disminuido (ver infografía).
Estos resultados permitieron al ente regulador alertar, el pasado martes, sobre las infracciones para las personas que continúen lucrando de este negocio. La sanción máxima es la prisión por dos o cinco años, según lo establece el actual Código Penal.
Para contrarrestarlo, la Supertel mantiene convenios con el Servicio de Aduanas del Ecuador y el Comité de Comercio Exterior (Comex). La idea es evitar el ingreso no autorizado de este tipo de equipos al país. Además, realiza controles físicos en los centros que comercializan estos equipos.
El servicio más comercializado en el mercado es de antenas y decodificadores para captar la señal de canales que ofrecen las compañías acreditadas por el Consejo Nacional de Telecomunicaciones. Las personas que adquieran estos instrumentos también están infringiendo la norma.
Los equipos decodifican la señal y violan los códigos para acceder a la programación. De ahí que, cada cierto tiempo deben cambiar los códigos de acceso.
“Esto toma ocho días”, explicó un usuario de televisión ‘pirata’, que prefirió la reserva. Durante ese tiempo se queda sin servicio. Su proveedor, en el momento de la adquisición, le indicó que estos cortes serán mensuales, pues el satélite también modifica los códigos para evitar la vulneración.
Pero en el mercado los clientes también encuentran antenas y receptores para obtener la señal de televisión abierta. Estas acciones no implican ningún delito, pues estos canales están en el satélite sin restricción y, con la ayuda de estos equipos, las personas lo pueden captar sin problema.
Las antenas y los receptores se comercializan en los locales que venden repuestos para televisión o, en ciertos casos, en ferreterías.
Según ingenieros consultados, el valor llega hasta USD 500, según sus características.
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