La mano de Francisco Punín es áspera. Tiene 51 años y desde niño se dedicó a labrar la tierra. Dejó esa actividad cuando cumplió 34 años, porque emigró a Estados Unidos. Allí laboró como constructor, pero lo deportaron por no tener sus papeles en regla. Al regresar a su natal cantón Cañar, hace dos años, no supo qué hacer. Había cumplido 49 años. Con sus ahorros compró un tractor. También se asoció a la Cooperativa de Ahorro y Crédito Quilloac. Esta institución trabaja con los indígenas cañarejos de la zona de Tucaita. Allí se asientan 15 comunidades, donde habitan más de 1 000 familias. La recuperación del cultivo de trigo es el objetivo que se planteó esta cooperativa y de otros sembríos como cebada, maíz… Para potenciar la siembra, Quilloac tiene un terreno de 3,75 hectáreas. El trigo en esa zona crece con la ayuda de los cooperantes. Allí labora Punín con el resto de miembros de la Asociación Mushuc Yuyay, que maneja a la Cooperativa. El terreno es una pendiente y allí los hombres y mujeres, con sus trajes típicos de colores tomate, rojo, amarillo y negro, preparan el terreno donde colocarán las semillas. Punín conduce a sus dos toros que realizan el arado. “Dale cholo, dale’ No te quedes”. En señal de cariño les lanza unos besos.Sentado a un lado está Benedicto Guamán, de 78 años. Él mira en silencio el trabajo de una treintena de hombres y mujeres. Él es el encargado de lanzar las semillas junto a otros ancianos cañarejos como Agustín Morocho, de 68 años. El dirigente de Mushuc Yuyay, Luis Pichizaca, grita que la hora de sembrar llegó. Los ancianos se ponen de pie y caminan al centro del terreno. Punín y el resto de cooperantes ya formaron un círculo. Dicen unas palabras en quichua y elevan sus manos al cielo saludando al sol. Las palabras continúan y el saludo va hacia los cuatro puntos cardinales para augurar una buena cosecha. Guamán no se pierde ningún detalle del ritual. A ratos se incorpora y se dirige a los costales de trigo. De puñado en puñado recoge el grano y se lo acomoda en su poncho. Otros cinco ancianos le siguen y realizan la misma labor. Se ubican frente a frente, están a los extremos del terreno. Guamán da el primer paso y lanza al aire el primer puñado de trigo, los demás lo ven y lo siguen. Empezó la siembra. Punín espera cosechar en seis meses.En Tucaita hay unas 30 hectáreas de sembríos de trigo entre terrenos de la Cooperativa y privados. Pichizaca cree que a finales de año habrá más de 60 hectáreas. En la actualidad se cosechan 40 quintales por hectárea y, según sus previsiones, a finales de diciembre próximo tendrá de 70 quintales por hectárea.Para lograr ese objetivo trabajan con el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias. Ellos entregan nuevas variedades de semillas a los comuneros como Punín. Su cosecha y la de la Cooperativa se destinan a la elaboración de harinas basadas en granos andinos. Lo mismo ocurre con los sembradíos privados de los cooperantes que venden cada quintal de trigo en USD 28. Con ese precio, el agricultor gana USD 6 por saco. Francisco Punín sigue con los toros arando su tierra.