En los últimos años, Brasil ha afianzado su liderazgo en Latinoamérica a través de un aumento del comercio y del financiamiento de infraestructura, aprovechando el vacío dejado por Estados Unidos en la región.
El presidente estadounidense Barack Obama recibe hoy en la Casa Blanca a Dilma Rousseff, presidenta de la sexta economía mundial y miembro del bloque Brics, de potencias emergentes. Ambos volverán a encontrarse al final de esta semana en Cartagena, Colombia, en el marco de la Cumbre de las Américas.
Brasil, que representa la mitad de Sudamérica en PIB y en población, se ha empeñado en financiar grandes obras de infraestructura, como una ruta que une el sur de la Amazonía con puertos peruanos en el Pacífico.
“La interconexión de los países sudamericanos, la integración del comercio, de la inversión, de la infraestructura, es el asunto más serio” de la agenda regional de Brasil, dijo Luiz Felipe Lampreia, ex canciller brasileño.
En menos de 10 años, el Banco Nacional de Desarrollo Social de Brasil ha aumentado en más de siete veces sus préstamos regionales para obras de infraestructura.
La integración física del continente será también uno de los principales temas de la Cumbre de las Américas.
Al igual que los brasileños, los chinos han aprovechado el olvido estadounidense de la región para financiar proyectos petroleros y mineros.
“Hay una competencia de Brasil con Estados Unidos por el liderazgo regional, mientras China no aspira a liderar pero sí a ejercer una influencia en Latinoamérica, a través del comercio, la exportación y el financiamiento de infraestructura”, dijo el profesor David Fleischer, de la Universidad de Brasilia.
Obama, por su lado, ha comenzado a diferenciar a Brasil. “La única diferencia en política exterior en Estados Unidos (con la región) es que comenzaron a diferenciar a Brasil. Brasil es más escuchado y podría pasar a ser un gran proveedor de petróleo de Estados Unidos”, tras sus recientes descubrimientos de petróleo en aguas ultraprofundas, añadió Rubens Barbosa, ex embajador brasileño en Washington.
El liderazgo de Brasil, sin embargo, no está libre de críticas, básicamente por su política proteccionista. En los últimos meses restringió el comercio de automóviles y piezas de México y países asiáticos, tras la revisión de acuerdos o la imposición de nuevas exigencias para las importaciones.
La apreciación del real brasileño hace atractivo importar, lo cual complica a su sector industrial.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, también abogó por una mayor apertura comercial de Brasil y dijo que le gustaría incluso suscribir un acuerdo de libre mercado con ese país.
Santos y Rousseff tienen previsto reunirse este domingo, tras la Cumbre de las Américas.
Santos afirmó que “sería muy importante” que Brasil abriera sus mercados. “Si fuera posible, un TLC (Tratado de Libre Comercio) con Brasil sería muy bueno. Tenemos una gran oportunidad. Mientras Estados Unidos, Europa y Japón están en crisis, podríamos duplicar nuestras exportaciones e importaciones de América Latina. Eso nos bastaría para poder avanzar”.