Las horas de supervivencia de Bingo Don Toribio son escasas. Aquel tradicional sitio de juegos de azar, ubicado en la zona céntrica de Guayaquil, cerrará esta noche. Pero hasta ayer sus trabajadores no asimilaban esa realidad.
“Solo trabajaremos hasta mañana (hoy) a las 10 de la noche. Después se hará el inventario y se los llamará para entregarles sus liquidaciones”, había comunicado Norma Procel, gerente y accionista del bingo ubicado en Chimborazo y Nueve de Octubre.
La noticia desarmó a la mayoría. El anuncio se dio en una improvisada reunión, ante 63 colaboradores. Eran las 10:00 y poco a poco algunos secaban sus lágrimas o retocaban sus rostros , antes de ingresar al gran salón donde decenas de mesas esperan a la clientela que empezaba a llegar. Al día acuden 300, pero los fines de semana la cifra aumenta.
A esa hora de la mañana unos pocos ya esperaban el juego.
En la mesa de control se ubicaba Nury Cercado. Rápidamente cantaba los números marcados en las bolitas que saltan dentro de un ánfora. “62, 37, 10, 2…”. Un pizarrón grande e iluminado proyectaba la numeración.
Como locutora-vendedora lleva allí cinco años. Lucía seria y concentrada. En la sala solo se escuchaba su voz, hasta que una cámara fotográfica se dirigió a ella. Entonces, surgió un alborto que iniciaron los clientes, en su mayoría, de lentes y cabello cano.
“Niña Nury sonría para que no se dañe la cámara”, “Ahora eres estrella de televisión”, “Falto yo” le gritaban en medio de carcajadas.
¿La camaradería es normal? Sí, son personas que tratan de entretenerse por un momento, respondía Norma Procel, la jefa.
Pero para el Gobierno, esos espacios deterioran moralmente a la sociedad a través de los vicios, generan deudas ilegales y evaden impuestos, según se argumentaba antes del referéndum.
Procel increpaba: hemos pagado nuestros impuestos, nuestros trabajadores gozan de todos los beneficios de Ley y ¿qué vicio? si aquí no se fuma ni se bebe. Además, en su mayoría son personas mayores de 30 años e invierten 25 centavos por cada juego…
Pronto hacía una pausa. Y continuaba: me siento robada. He trabajado 30 años en este negocio que nos dejó mi esposo (+) y en seis meses todo se tira al suelo.
En el descanso, Nury Cercado revelaba que solo con sus ingresos mantiene a una hija de 7 años. A las puertas de un proceso de matriculación escolar está confundida. “No sabemos cuánto nos tocará de liquidación, qué haré”.
El drama se repite entre sus compañeros. Esa mañana, Alexandra Delgado fue testigo de una conversación entre sus hijos, que hubiera preferido no escuchar. “A mamá solo le faltan dos días para quedarse sin trabajo”… Escuchar ese tema de conversación entre sus pequeños de 8 y 10 años resultó cruel.
“Están tristes. Saben que papá y mamá aportan en el hogar y que de eso depende su seguridad. Están grandecitos, entienden lo que pasa” , decía tocándose el cuello como tratando de desatar el nudo que le dificultaba hablar.
Le inquieta si podrá mantener a sus vástagos en la escuela privada en donde paga USD 150 de pensión de ambos, si encontrará cupo en una escuela fiscal, si podrá pagar la mensualidad de su casa o si a sus 37 años encontrará trabajo.
Después de 13 años como supervisora de Bingo Don Toribio ella está obligada a dejar el empleo. En similar situación están otras 3 200 personas, en el país
En una esquina del salón se encontraba Eulalia Carpio tratando de controlar sus emociones.
Pero al preguntarle cuál es su plan ‘b’, se desmoronó. Tiene 50 años y por 12 trabajó como supervisora. “Siento impotencia, me dejan sin seguridad social y se limita mi atención en salud. Si el Gobierno no garantiza trabajo a tantas personas que ya están en la calle, peor nos irá a nosotros”.
Las lágrimas eran su forma de desahogarse. A estas alturas, Eulalia sabe que no hay marcha atrás.
Juan Rugel, de mantenimiento, aplicó al programa estatal Socio Empleo para ex trabajadores de casinos. Llenó formularios, fue a entrevistas, pero le dijeron que debía a acudir a cursos y prepararse para un trabajo. “Mejor revisaré el diario, por si alguien desea a un hombre de 40 años…”.
El panorama
Casino Sol, con 186 trabajadores, liquidó ayer al primer grupo. Los primeros despedidos fueron los encargados de los juegos de mesa. Una foto en grupo, con el casino de fondo, quedó como recuerdo.
Las personas que gustan de los juegos de azar llenaron casi toda la tarde, los casinos de la ciudad. Fantasy casinos publicó un aviso de despedida ayer.
Se calcula que 22 000 personas vinculadas a la actividad como proveedores también serán afectadas.