Batalla Argentina-YPF apenas se inicia

Popularidad a la baja.    La Presidenta argentina enfrenta una caída en las simpatías.

Popularidad a la baja. La Presidenta argentina enfrenta una caída en las simpatías.

Para la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, terminó una semana intensa, seguramente una de las más agitadas desde que asumió su mandato en el 2007, al anunciar una medida osada y polémica con la que consiguió un amplio consenso en su país, pero también una fuerte oposición internacional que por ahora no parece preocuparle.

Cuando el lunes pasado comunicó la expropiación del 51% de las acciones de la petrolera YPF, en manos de la española Repsol, esperaba seguramente encontrar apoyo puertas adentro, incluso en amplios sectores de la oposición, pero también sabía que iba a tener que enfrentar a España, que recibe el apoyo de la Unión Europea (UE) y Estados Unidos.

La primera represalia contra la decisión no tardó en llegar y el viernes el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, anunció que limitará la entrada de biodiésel argentino en el país. Horas antes, el Parlamento Europeo había instado a la UE a suspender parcialmente las ventajas arancelarias del bloque con Argentina.

La respuesta de la Mandataria argentina tampoco se hizo esperar. “Si quieren pagar más caro el biocombustible, no lo vamos a cuestionar, es una decisión soberana de España”. Además, pidió tranquilidad a todos los argentinos y aseguró que “no hay ninguna preocupación en el Gobierno por futuras represalias”.

Fernández de Kirchner había regresado de Cartagena antes del cierre de la VI Cumbre de las Américas con las manos vacías. La esperada declaración final por parte de los participantes de la Cumbre y el pedido argentino en busca de apoyo por la disputa con el Reino Unido por las islas Malvinas no se concretó. Es posible que este revés diplomático precipitara la decisión de anunciar la expropiación de la petrolera.

El viaje de la Presidenta a Cartagena sirvió para calmar los ánimos de los días anteriores. Ante los rumores de una posible expropiación de YPF, el Gobierno español había advertido a Argentina que “cualquier gesto de hostilidad contra empresas españolas traería consecuencias”. Sin embargo, ese fin de semana, en Madrid se volvió a confiar en una solución consensuada. Pero el lunes los temores españoles se hicieron realidad tras el anuncio.

Horas después se intervino la oficina de la petrolera española en Buenos Aires y fueron nombrados los interventores: el ministro de Planeamiento, Julio De Vido; y el viceministro de Economía, Axel Kicillof. Precisamente Kicillof se transformó en pocas horas en la nueva estrella de la política argentina. En un discurso frontal y desinhibido de más de dos horas, el “nuevo hombre fuerte de la economía” tomó la batuta y presentó el proyecto de ley, que prevé la expropiación del 51% de las acciones de la petrolera, de las cuales el 49% será para las provincias hidrocarburíferas.

Desde hacía varios meses el Gobierno argentino le cuestionaba a YPF el envío de millonarias ganancias al exterior y le reclamaba mayores inversiones en el país. “Realmente somos el único país de Latinoamérica -y yo diría casi del mundo- que no maneja sus recursos naturales”, dijo Kirchner en su discurso al presentar el proyecto, y recalcó que desde que se privatizó YPF en 1998, por primera vez en el 2011 Argentina se hizo importador neto de gas y petróleo con un déficit millonario.

A diferencia del tema de Malvinas, donde Kirchner logró un amplio apoyo, la nacionalización de YPF provocó reacciones divididas entre sus colegas latinoamericanos, que van desde el respaldo de Venezuela y Uruguay hasta las críticas de México y la cautela de Brasil y Chile. Con tantos y diversos intereses que encierra el conflicto de YPF, habrá que esperar a ver cómo quedará posicionada Argentina en el escenario internacional y de qué manera esta movida repercutirá a corto y mediano plazos en el país.

Mientras el Gobierno busca nuevos acuerdos para dinamizar la inversión, los gobernadores de las provincias petroleras intentan reacomodarse en este nuevo escenario. Pero también el fragmentado sindicato hidrocarburífero evalúa cómo quedará el esquema de poder en el sector tras la salida de Repsol y el ingreso del Estado y las provincias.

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