Redacción Negocios
Cuando el 7 de abril del año pasado la aerolínea LAN tomó vuelo en el mercado nacional, las compañías ecuatorianas abrieron un frente de “lucha” contra el “invasor”.
Al principio se unieron para protestar por los precios de promoción (los boletos se vendían a la mitad del valor de mercado en ese momento, hasta en USD 60, el vuelo Quito-Guayaquil-Quito).
A los pocos días, los ejecutivos de Aerogal, Ícaro y Tame se reunieron en las oficinas de esta última, en Quito, para dar a conocer públicamente el rechazo a la llegada de LAN y la forma “irregular en la que las autoridades del país otorgaron los permisos de operación”, según la principal de Aerogal, Gabriela Sommerfeld.
Conforme pasaba el tiempo, el grupo ya no estaba unido y quien lideró la oposición fue Sommerfeld, por un tiempo más. Detrás ya se estaba fraguando dar un golpe certero al intento de LAN por seguir captando mercados.
Aunque meses después las aerolíneas se concentraron en seguir compitiendo, no podían descuidar la amenaza de un monstruo regional como LAN, una compañía chilena que es una de las 40 más grandes aerolíneas del mundo,
Su agresiva estrategia de captar mercados, enfocada en un abaratamiento de tarifas, genera críticas en varios países. Pero eso no ha sido impedimento para controlar hoy el 73% del mercado doméstico chileno, el 66% del peruano y el 35% del argentino.
Además, con su división en las operaciones internacionales, se lleva el 49% de la actividad internacional en Chile, el 29% en Perú, y el 21% en Ecuador.
Esto, sumado a los problemas de las aerolíneas de bandera nacional en Argentina y en Brasil, prácticamente le dejó servida la mesa a esta gigante.
Pese al temor interno, Sommerfeld sabía que el futuro de Aerogal dependería de cuán robustas estarían sus alas para la lucha. Puso “la carne en el asador” aplicó lo que dijo el viernes, “abriendo sus capitales e impulsando el crecimiento de la empresa”.
Eso lo tuvo entre ceja y ceja durante los últimos tres años, mientras negociaba la venta de las acciones a otro grupo poderoso, que venía creciendo desde el otro lado del continente, de la mano de Germán Efromovich, un empresario colombo-brasileño, dueño del grupo Sinergy.
Su logro es haber resucitado a la aerolínea colombiana Avianca, a comienzos de 2004.
“Llevaba 20 largos meses metida en un proceso de Capítulo 11 —ley de quiebras de EE.UU.— y los USD 40 millones que le quedaban en caja le alcanzaban para operar 10 días más. Sus pasivos sumaban más de USD 300 millones”, relata la revista Semana.
Después de comprar a la agonizante compañía, hoy anuncia la posibilidad de que Avianca cotice en Wall Street.
Pero como Efromovich no puede quedarse quieto, este año ha concretado ya sendos golpes. El primero, la compra del 10% de Taca, que le garantiza operatividad en el mercado centroamericano, principalmente.
Y el segundo, la compra de Aerogal, que pone un freno a la expansión de LAN hacia el norte del continente. Eso ha dejado a Sinergy por encima de LAN, que atiende a 67 destinos con 90 aeronaves, y de Copa, con 51 destinos y 54 aviones.
Sinergy llega a 100 destinos con 129 aeronaves. De ahí el orgullo de Sommerfeld, de pertenecer ahora al grupo más grande de la región. Y ya LAN no le quita el sueño.