Al cierre del 2007, la tasa de desempleo fue 6,1%. Tres años más tarde, cuando se suponía que el Régimen estaría haciendo maletas para dar paso al sucesor -lo cual no ocurrió-, la tasa cerró en el mismo 6,1%.
A simple vista parece que no pasó nada en el mercado laboral, que no se crearon nuevas plazas de trabajo, pero tampoco se perdieron empleos. Pero como la tasa de desempleo se mide sobre una población que ha ido cambiando a lo largo de los años, y que la creación de nuevas plazas de trabajo depende de las políticas de los gobiernos, el número de desempleados y ocupados ha ido variando.
El último dato de desempleo, dado a conocer por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), mostró que el número de desocupados cerró el año pasado en alrededor de 265 000. Esa era la foto del indicador al terminar el 2010. Pero un año atrás el número de desocupados había aumentado a 350 000.
Lo destacable de las últimas cifras es que se observa una tendencia a la baja en el desempleo del último año. También que el subempleo bajó y que los empleos plenos, o sea los que se ajustan a las ocho horas diarias y tienen seguro social, también aumentaron.
Esa reducción, sin embargo, es significativa porque se compara con un año calificado como el peor de las últimas décadas. Si la tendencia sigue a la baja en este año, se podrá decir que las políticas del Gobierno han resultado.