‘10 años llevaría cambiar el modelo productivo’

Milton Reyes, catedrático e investigador.

Milton Reyes, catedrático e investigador.

El Código de la Producción se socializa en estos momentos. ¿Qué cambios estructurales se puede esperar de este documento que será enviado con carácter de económico urgente a la Asamblea el próximo mes?

Considero que el hecho de que el Código de la Producción se haya socializado, es un avance. Y es más, tanto el sector público como el sector privado han llegado a muchos puntos de acuerdo.

El cambio estructural básicamente apunta a reducir el hecho de que el país sea todavía un país con una economía primaria, de monocultivo, enfocada solo en producir banano, petróleo o camarón. El Código tiene una serie de vértices, que forma parte de un proceso político general.

Y en ese proceso, los empresarios dicen que prácticamente no han tenido participación. ¿Por qué dejar a un lado a los principales actores productivos?Quienes critican son quienes continúan insertados en una lógica corporativista histórica. Es decir, esa idea de que mi gremio tiene que salvarse como pueda. Entre tanto, quienes no han tenido esa representación han tenido que buscársela para sobrevivir. Y lo curioso es que de alguna manera ellos también han terminado apegándose a esta concepción corporativa. Entonces, no es únicamente un problema de las grandes empresas sino que es un problema que atraviesa a varios sectores de la sociedad.

Específicamente, el Código establece incentivos para las pequeñas y medianas empresas. ¿Eso es alejarse de una dinámica mundial de producción a gran escala y retrasar aún más al país?

Claro que se puede articular un desarrollo a través del fortalecimiento de la pequeña y mediana industrias. Estas pueden insertarse en la dinámica mundial articulándose en ‘clusters’, por ejemplo. Se puede operar desde la Pymes, y encausarlas a través del Estado, pero que este no subvencione ni sea el gran padre.

Las grandes empresas ya han recibido dinero del Estado por muchos años. Y muchos de los que están detrás de estas grandes firmas, precisamente, son los que a pesar de haber recibido beneficios, se presentan más críticos al rol que debe cumplir el Estado.

¿En esa lógica, entonces, el papel de un Estado paternalista está justificado? ¿Hacia allá apunta el modelo productivo y el Código sería el primer paso hacia ello?

No se trata tampoco de que el Estado intervenga en la empresa privada, sino que su papel sea de regulación más fuerte. Y esa es la lógica que impera en todo el mundo. Hay países con más regulaciones y otros con menos regulaciones. Por lo que conozco, el Código, una vez más, es parte de un proceso, que lo que busca es que ya no sea solo el ‘Hecho en Ecuador’ sino el ‘Creado en Ecuador’. Eso es lo que hace la diferencia entre los países que han alcanzado un mayor desarrollo.

¿Cómo hacerlo, si la producción en el país está en descenso?

Justamente en ese sentido va planteado el Código de la Producción. A que se consolide una alianza estratégica entre Estado, empresa y Centros de Investigación, que ha funcionado en los países que han podido dejar rápidamente de ser meramente productores primarios.

¿Por eso los incentivos planteados en el Código para quienes inviertan en tecnología, por ejemplo? Pero el cambio llevaría décadas y un Estado que sostenga mientras se da ese proceso...

Primero, hay que tener claro que debe ser un esfuerzo conjunto. Se debe empezar quitándonos la idea de que el Estado es enemigo del sector privado y viceversa, son complementarios. Si el Estado decidiera intervenir más activamente no es ningún problema. Si revisamos la historia de los llamados ‘Tigres del Asia’, veremos que hubo una participación estratégica y direccionada desde el Estado, que permitió que muchos de los países en 30 años salgan de la pobreza.

Por eso, no hay que creer que, porque el Estado interviene, la economía deja de funcionar. Tampoco creer en ese paternalismo de antaño, construido desde el neoliberalismo, donde los bancos quebraron y el papá Estado tuvo que pagar todo.

Por eso, la profundización de las actividades del intelecto, la biotecnología, el turismo y otra serie de elementos, puede permitir el fortalecimiento del país.

Los grandes empresarios insisten en que dentro del Código no se les incluyó e incluso el Presidente pidió que se añadan incentivos de orden más general. ¿Qué debió incluirse en el Código?

Es importante articular la alianza entre el Estado, las empresas y los centros de investigación. Eso es clave. La debilidad para el Código y el proceso del Gobierno en sí es que por un lado, hay incluso medianos y pequeños empresarios que funcionan en la lógica del gremio y reproduce lo que el gran empresario dice o hace, para parecer él un gran empresario. A su vez, dentro del Gobierno mismo hay sectores que tienen una enorme desconfianza frente a sectores privados, porque están atravesando por un perjuicio ideológico.

El Código de la Producción atiza una lógica de no dar facilidad a la inversión extranjera. Así, ¿cómo puede desarrollarse un país?

En Japón se prohibió las importaciones durante años y, si bien, al inicio los japoneses hacían productos muy malos, luego obtuvieron un desarrollo que los convirtió en potencia. El cuento de que el libre comercio es la solución no es tan así. China, de hecho, por ejemplo, tiene un gran aperturismo y ha invertido, a la vez, en mejorar su competitividad e infraestructura.

¿Qué tan lejos está el país de llegar a esos referentes?

No hace falta llegar a extremos como los de Corea, por ejemplo, donde la competencia laboral, para conseguir un empleo obliga a las familias a que sus hijos estudien desde los cuatros años, cuatro o cinco cosas a la vez.

Creo que lo que queremos, en general, todos los ecuatorianos, es tener una sociedad con un nivel de vida digno, con acceso a un salario mejor y que no haya esa desigualdad entre ricos y pobres.

Al ver nuestro Coeficiente de Gini (que mide la desigualdad), a un economista extranjero le puede dar un soponcio. El cambio no puede ser de un año a otro, pero si se dan los pasos correctos en 10 años reemplazaríamos la dependencia en la monoproducción.

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