“Me consideraban una VIP y me ofrecían como regalo a los empresarios o a los políticos”: Carole, una exprostituta, confirma una práctica frecuente en el mundo empresarial, antes de que se abra en Francia el juicio por proxenetismo contra Dominique Strauss-Kahn.
El exdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI) compareció el lunes (2 de febrero) junto a otras 13 personas ante un tribunal de Lille (en el norte de Francia), por un asunto de proxenetismo en el que están implicados varios empresarios.
Carole, que conversa bajo un nombre falso, afirma que es habitual en este entorno ofrecer una prostituta como agradecimiento o para poner en buena disposición a los clientes, con el fin de favorecer los contratos.
Esta mujer de 41 años dejó la prostitución en 2013 después de tres años en “bares de champán” y casas de citas en Bélgica. Además explica, “me reservaban para una clientela de alto nivel”, esto es, hombres de negocios o políticos locales.
“Las empresas, a veces grandes estructuras internacionales, venían a pedirles que se les ofreciera a una chica como regalo” para alguien determinado. Recuerda el caso de una empresa del sector automotriz que quería “firmar un contrato para la venta de tres camiones” con el responsable de una sociedad local. “Debía hacer todo lo necesario para que firmara” .
“Es una práctica tabú, pero que existe, para mantener un buen ambiente” , confirma Yves Charpenel, presidente de la Fundación Scelles, que lucha contra la prostitución. Cita el ejemplo del diseñador italiano Francesco Smalto, condenado en 1995 por proxenetismo, él entregó la ropa al presidente gabonés Omar Bongo con unas ‘call-girls’.
“Habitación con almohada” o “habitación equipada” son expresiones para designar estas “escorts” o prostitutas de las esferas pudientes.
‘Un asunto de hombres’
¿Quiénes son ellas? La mayoría de estas mujeres no trabaja en la calle, sino en “redes de casas de citas o en ‘escorting’ en internet y aunque el precio es elevado, 75% de éste se lo queda” el proxeneta”, señala Charpenel.
Eric Dupond-Moretti, abogado de uno de los acusados en el juicio de Lile y expresidente de una filial del grupo de construcción Eiffage, confirma que “en 80%, quizás 70% de los casos, se recurre a call-girls” cuando hay que cerrar un acuerdo.
“Está ampliamente admitido en el mundo empresarial concluir un contrato con una oferta de prostitución”, destaca Gregoire Thery, del Movimiento del Nido, de ayuda a las prostitutas.
Esto representa además otro obstáculo para la igualdad entre hombres y mujeres en las empresas. “Cuando se concluye un contrato en un burdel o en una habitación de hotel”, es “un asunto de hombres”, agrega Thery.
Es sobre todo “frecuente” allí “donde hay corrupción y sobornos, precisa Jean-Sebastien Mallet, experto europeo en prostitución, citando los sectores de “la construcción, la importación-exportación, el sector petrolero… ”. Y en el extranjero, “en algunos países árabes, un empresario que no tenga ‘almohada’ en su habitación rechazará firmar un contrato”.
Pero el sexo también se utiliza para presionar. Así, un dirigente de una multinacional francesa halló una vez a una chica en su habitación de hotel en Rumanía, según Mallet. “La hizo salir. ‘¿Cómo puede uno negociar después? Si aceptas, te tienen atrapado’, me dijo”.
Carole confirma que en ocasiones a los empresarios se les tienden “trampas”. “Nos enviaban a un bar, a un restaurante, donde el blanco está solo o con colegas. Teníamos que seducirlo, para que cometiera un error “y así poder chantajearlo”.
“A las empresas que recurren a las ‘escorts’ se las juzga muy poco”, deplora Charpenel, puesto que son casos “difíciles de identificar”, a no ser que, cosa rara, “una chica lo denuncie o acepte testimoniar”.
Para el juicio del lunes, en que el movimiento del Nido acompañó a algunas de estas mujeres, Thery denunció una “verdadera presión para que no presten testimonio”.