Gissela Echeverría: 'En Navidad se cree que se puede expresar afecto con objetos'

Gissela Echeverría, terapeuta familiar sistémica. Foto: Tomada del fan page de Facebook

Gissela Echeverría, terapeuta familiar sistémica. Foto: Tomada del fan page de Facebook

Gissela Echeverría, terapeuta familiar sistémica. Foto: Tomada del fan page de Facebook

Los descuentos del 10, 15 y 20%, las ‘cuotitas’ con bajos intereses, el 2 por 1 y el "lleve hoy y pague mañana" son parte de las promociones que se observa en los diferentes locales comerciales del Distrito Metropolitano, a pocos días de las celebraciones navideñas. Estos letreros tratan de enganchar a los clientes para que compren, por ejemplo, ropa, bisutería, adornos, electrodomésticas, vehículos y una infinidad de obsequios para regalar o autoregalarse.

¿Son necesarias estas compras? ¿Se reemplaza el afecto con un regalo? ¿Me hace falta tener tal o cual bien? ¿Es bueno u oportuno para mí o para mis hijos? Estas son algunas de las interrogantes que deberían hacerse las personas en esta época navideña y sobre todo antes de comprar. Así lo indicó Gissela Echeverría, terapeuta familiar sistémica.

EL COMERCIO entrevistó a la experta, a nueve días de la Navidad.

En Navidad se registran compras compulsivas de diferentes objetos. A qué se debe este comportamiento de las personas?
La Navidad está asociada al consumo desde el momento en que se piensa que se puede expresar afecto a través de los objetos. Esto hace posible la sociedad de consumo. Para entregar un regalo a un hijo, los padres se endeudan más de un año y no piensan si los seres queridos lo necesitan. Debajo de estas compras hay una oferta de felicidad, de satisfacción. Pero no es así. Un objeto no reemplaza la felicidad. En una sociedad de consumo se arma el estereotipo de que quien más compra es más feliz.

¿En estas fechas se fortalecen estos estereotipos del dinero, del que más regala es más bueno?
Claro, pero en enero, a las personas les da lo que se denomina la resaca (chuchaqui) porque gastaron como locos. El siguiente mes ven la realidad de las cuentas, de las deudas, que en la gran mayoría de casos no son necesarios. A las personas con estatus económico alto no les afecta en nada pero a las de clase media, que reciben el décimo tercer sueldo, les pesa. Lo que hay que entender es que la felicidad no se compra con un regalo. Hay cosas que luego se botan. En el caso de los niños juegan unos segundos y lo dejan. Terminamos siendo los obedientes consumidores, que no definimos nuestras prioridades.

¿Los obedientes consumidores se activan en Navidad?
Exacto. Estas fechas se constituyen en las de mayor venta en las tiendas, las de mayor consumo. Hay personas que compran sin saber si es bueno u oportuno para su familiar o amigo. Si quieren regalar algo es necesario que se lo haga con algún sentido, con significado.

¿De qué forma se puede romper con estos estereotipos de consumo?
Todos lo podemos hacer. Hay que reflexionar y saber que si lo que compro está justificado. Si hace falta. La pregunta clave es si es necesaria mi compra o es un lujo. Por ejemplo, si me hace falta una computadora, puedo aprovechar estas fechas. Sin embargo, comprar como locos ese es el cuestionamiento.

¿Los padres son los llamados a acabar con estos estereotipos?
Los padres deben entender que no por ser caro es lo mejor. Los niños lo que más anhelan es su tiempo, su atención, un espacio para conversar, para jugar, para reír, para compartir, para verse las caras, los ojos. Ese tiempo acompañado de una rica comida, que puede ser muy sencilla, no necesariamente el pavo (que ni siquiera pertenece a nuestras tradiciones). Esto va a reforzar el sentido de unidad. Hay que apostarle a estos actos que fortalecen la unidad de la familia y no ir a la marcha del comercio…

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