Nathalie Cely, embajadora en Estados Unidos. Foto: María Isabel Valarezo / El Comercio.
Redacción Política (I)
Entrevista con Nathalie Cely, actual embajadora ecuatoriana en EE.UU. Habla sobre la restauración del diálogo entre los dos países, a propósito de la visita de la Secretaria Adjunta norteamericana Roberta Jacobson.
¿Cómo califica la visita de Roberta Jacobson?
La califico de altamente positiva. Deja una hoja de ruta clara, sobre cómo vamos a cooperar y en qué áreas. A Estados Unidos le preocupa el comercio y cómo podemos ir reactivando el Consejo de Inversiones. Nos interesa diversificar nuestras fuerzas de financiamiento, el sistema educativo, el desarrollo tecnológico. Se trata de ir construyendo esa confianza que de alguna manera se perdió con la herida de Angostura.
¿Sólo Angostura?
Hemos tenido altibajos en la relación. La salida de la embajadora Heather Hodges, del embajador Luis Gallegos. El restablecer esa relación ha sido un gran reto, en particular para mí. La visita abre los canales de comunicación. Pero eso no quiere decir que no vayamos a tener diferencias. La visita sienta muy buenas bases para el trabajo que tenemos que hacer el embajador Adam Namm, aquí ,y yo, en Estados Unidos.
Para eso se requiere la colaboración del Gobierno, de la Cancillería.
Por eso es muy importante que el jefe de la diplomacia, el canciller Ricardo Patiño, lo haya dicho, en esta ocasión, con tanta firmeza: las diferencias no definen una relación.
¿Cómo ha estado la cooperación desde 2008?
Los temas tenían una suerte de desorden en el país y; luego de que nos tomó este tiempo prudencial de acercamientos previos, creo que se abre un abanico muchísimo más importante de cooperación que el que teníamos antes.
El objetivo según dijo el Canciller es reactivar el mecanismo bilateral de diálogo.
Hay que dejar claro que no estamos reinaugurando una relación. Se ha venido trabajando, estamos abriendo el mercado para 15 nuevos productos. Hay que avanzar en algunos temas en los que tiene preocupación EE.UU. y tenemos que hacerlo dentro de nuestras propias políticas.
¿Temas de preocupación?
A EE.UU. le preocupa que, con el nuevo Código Penal, fue eliminado el capítulo de propiedad intelectual, pero ya enviamos a la Asamblea Nacional la reforma para que puedan ser tipificados nuevamente. Y estamos cumpliendo con las reglas de la OMC. Eso muestra la voluntad de atender las preocupaciones estadounidenses en el marco de nuestra propia soberanía.
¿Cómo se llevará a cabo la negociación comercial?
El trabajo de la embajada es tirar puentes, y hace seis meses iniciamos una serie de videoconferencias entre el Representante de Comercio de EE.UU. (USTR) y el Ministerio de Comercio Exterior. Esa es una de las metodologías que vamos a utilizar, bajo el liderazgo del ministro Francisco Rivadeneira.
Rivadeneira en lugar de Patiño…
El reto de insertarnos en Estados Unidos es más complejo, pero tiene su estrategia clara. La Embajada cumple un rol y es importante que el comercio tenga una institucionalidad distinta para su manejo y eso viene de una decisión específica del presidente Rafael Correa.
Porque no se puede arriesgar la relación con nuestro principal socio comercial.
Ecuador tampoco es ya un socio pequeño. El enfoque es distinto, también tenemos cosas que ofrecerles. Ese es el recambio que hay que tener en la relación, y tiene un trasfondo político, y el presidente Correa ha cambiado ese relacionamiento. Pero creo que EE.UU. lo ha entendido.
Entonces, ¿somos importantes para EE.UU.?
Políticamente no somos tan importantes. Con América Latina, no hablemos solo de Ecuador, hay una relación con una increíble miopía porque la región está en franco crecimiento.
Como usted lo mencionó, es un trabajo complejo.
He hecho un PhD acelerado en diplomacia y tengo gran experiencia en políticas públicas, pero no voy a negar que han sido unos años complicados. Ha sido una tarea compleja pero comienza a dar frutos. Hay muchos actores en EE.UU. que quisieran ver mejorar esta relación, en un ambiente no solo conflictivo por lo político, sino con temas de trasfondo económico importante, como son los conflictos petroleros.
¿Qué tanto pesan esos conflictos?
Pesan muchísimo porque EE.UU. es una economía capitalista, donde los intereses de las grandes empresas tienen su trasfondo en lo político. Eso también, no lo voy a negar, ha dificultado el tema, pero las relaciones se construyen de a poco.
¿Cómo colabora el Gobierno con esa tarea?
Creo que, y lo digo con absoluta sinceridad, el presidente Correa está interesado en mejorar la relación, sin claudicar en sus diferencias. Y puedo asegurar que el canciller Patiño empieza también un nuevo momento con los EE.UU.
¿A eso se suma el ‘lobby’ político?
La Embajada siempre ha tenido asesoramiento. Y hay que entender que EE.UU. tiene un sistema donde hacer ‘lobby’ es legal, es una manera distinta de formar la opinión pública. En este momento tenemos a dos empresas, Ketchum Inc. Y Bronw Lloyd and James LTD. Y gasto menos que en el presupuesto de la Embajada anterior.
Pero el ‘lobby’ se ha intensificado, ¿el objetivo es lavar la imagen de Ecuador?
Se lo está haciendo de manera distinta, más estratégica, sabiendo qué actores quisieran ver una mejor relación. En la imagen del país se gastó un monto específico, en un momento específico, ante un ataque específico de Chevron y de los hermanos Isaías. Porque ellos también gastan. La mayor parte de los recursos invertidos por la Secretaría de Comunicación tienen que ver con Chevron, que evidentemente genera muchísimo ruido en la relación bilateral. Pero yo diría que no es un tema de lavar la imagen.
¿Entonces de que se trata?
Cuando yo llegué a EE.UU., nos ponían en la categoría de mala izquierda. Mi trabajo ha sido de desmitificar a Ecuador. Y me complació mucho que en las últimas conferencias del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional Ecuador está en una categoría distinta. Creo que eso no es producto del ‘lobby’, ni de lavar la imagen, sino de educar a los hacedores de opinión política, porque antes Ecuador no generaba mayor interés.
Pero ahora en el escenario entra además la mayoría republicana que ganó las recientes elecciones legislativas.
Yo tengo muchísima amistad con los republicanos, la labor de un embajador es relacionarse con todos los actores de la esfera política. Evidentemente tenemos muchísima más cercanía con los demócratas. Pero para Ecuador en algunas cosas esto puede ser una ventaja.
¿Cómo? Todos los acuerdos internacionales tienen que ser aprobados en el Congreso.
Los republicados están obligados a demostrar que pueden gobernar, de cara a las elecciones de 2017. Eso les va a dar una lógica de tratar de impulsar mayores temas y eso puede implicar cierta movilidad para la región. Los republicanos son más abiertos en temas de comercio. Se darían algunas sorpresas. Estamos de frente a un nuevo momento, definitivamente.