Silvio R. Yépez M.
En alguno momento de mi vida que no quisiera recordar, estando esperando el bus para ir a la universidad, fui agredido por unos policías e intentaron llevarme preso, justificando su actuación de forma torpe e irresponsable dizque porque en el sector había habido un asalto.
Han pasado años de ello, como padre, profesor universitario y capacitador he inculcado a los jóvenes que crean en las instituciones, dejando de lado lo que me sucedió, seguro que era un proceder aislado de malos elementos policiales.
Hoy les pido disculpas a todos estos jóvenes y principalmente a mis hijos, disculpas, por equivocarme y pedirles algo que cada día hace que lo que debería ser normal, para los ecuatorianos sea imposible.
¿Cómo creer en la Policía que argumentando eficiencia nos muestra a detenidos y da la casualidad que son inocentes?
Hoy mismo, de forma vergonzosa, un policía se autoinculpa de un crimen que no cometió; claro, es que es la esposa del Fiscal, ¿cómo negarse?
¿Los preparan para ser sumisos y obedientes, pero solo para ciertos funcionarios servidores del mandamás de turno?
Porque esto, ni en sueños con un ciudadano común como yo.
¿Cómo creer en funcionarios como el señor Pesántez y la institución que dirige?, cuando de forma descarada, sin límites de pudor y de forma prepotente amaña la verdad y la justicia burlándose sin ningún reparo; qué vergüenza, qué vergüenza que sin un poquito de personalidad se sumen al desprestigio y mala fama 65 funcionarios de la Fiscalía.
Creo que hay razón suficiente para que en los próximos días y noches haya cadenas nacionales, las que dirán posiblemente que no se puede manchar la honra de una respetable señora, que la prensa confabulada con algún sector pelucón lo que busca es desestabilizar la majestad del poder.
Natalia, cuánto quisiéramos que tu muerte no quede impune y pague quien tiene que pagar, pero como están las cosas en nuestro, tu país, veo muy difícil que se cumpla.
Pero ten la seguridad de que si bien la justicia no es de todos, tu muerte servirá a muchos dormidos ecuatorianos para que nos despertemos.
Hasta tanto, Natalia, descansa en paz.