A lo largo de la avenida Naciones Unidas, en el norte de la ciudad, hay múltiples vendedores de jugos de naranja, ensaladas de frutas y otros productos alimenticios. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Los vendedores callejeros de jugo de naranja no podrán escapar de las reglas: solo quien cuente con una credencial otorgada por el Municipio de Quito podrá vender temporalmente su producto en las vías.
Ese es uno de los acuerdos a los que se llegó entre los informales que venden la bebida embotellada y las autoridades de la ciudad. Con el objetivo de ordenar y controlar la venta de la bebida, la Policía Metropolitana realizó un primer censo el fin de semana y se determinó que existen 432 comerciantes. De ellos, 134 se encuentran en la Administración Zonal Eugenio Espejo (norte).
El segundo lugar lo ocupa la zona Eloy Alfaro (sur) con 90 comerciantes que se dedican a ofrecer ese producto en los espacios públicos. En Quitumbe, se registraron 69, en el Centro 42 al igual que en La Delicia. En Calderón hay 29. Las administraciones zonales con menos ventas son La Mariscal con 11, y Los Chillos con 9.
Juan Zapata, secretario de Seguridad del Municipio, explicó que el censo debía concluir ayer y se prevé que al menos otros 250 comerciantes más ingresarán al registro. Actualmente se trabaja en la verificación de direcciones, de número de cédulas de los vendedores censados, etc.
Una vez conocido el número de vendedores, el siguiente paso será capacitarlos. Este sábado se llevará a cabo el primer taller, dirigido especialmente a vendedores de jugo de naranja, en el cual se abordarán temas relacionados con el manejo del alimentos, la higiene, el emprendimiento, el orden en la ciudad y otros aspectos de una iniciativa de este tipo.
El único requisito del vendedor es estar en el listado del censo y presentar su cédula. La capacitación será de 14:00 a 18:00, en tres puntos: en Casa Somos de Cotocollao (norte), en el Colegio Benalcázar (centro ) y en Quitumbe (sur).
Allí, cada uno de los comerciantes recibirá una credencial en la que constará su nombre, su número de cédula, la Administración Zonal a la que pertenece y el giro de negocio, que es la venta de jugo de naranja. Únicamente quienes porten el documento podrán seguir laborando, temporalmente. Los controles de la Policía Metropolitana se incrementarán para evitar que nuevos vendedores salgan a las calles.
Según Zapata, con esto se garantizará el orden y la salubridad en los productos y se incentivará la creación de microempresarios. La credencial temporal les permitirá vender el producto hasta septiembre, que es época de naranja.
Tras el análisis
Luego de los estudios de los alimentos realizados por la Secretaría Municipal de Salud el proceso no se detiene. Esta entidad municipal envía los resultados a la Agencia Metropolitana de Control (AMC).
Dependerá del grado de contaminación del alimento (alto, medio o bajo) descrito en el informe para las respectivas acciones de la AMC. Por ejemplo, en el caso de que una muestra registre un grado de contaminación alta, por tener un microorganismo que puede enfermar, llevar a la muerte a quien lo consume o en casos extremos generar una epidemia, la alerta es inmediata.
Personal de la AMC y de la administración zonal buscan al comerciante que provea ese alimento y se le decomisa la mercadería. Esto solo sucede cuando el riesgo es alto.
En caso de que el riesgo sea medio o bajo, se toma nuevamente una muestra del alimento y se la somete a un cultivo que dura tres días. Tras comprobar el resultado y determinar si hay bacterias se busca a los vendedores de esos alimentos y se los cita para que se capaciten en el adecuado manejo de alimentos .
Estas capacitaciones se realizan en las oficinas de la Secretaría de Salud y las imparte personal de esta entidad.
Tras esta capacitación, al producto que expende el comerciante se vuelve a analizar por una tercera ocasión y, si en esta no pasa la norma, en caso de tener su permiso de funcionamiento, se lo pueden retirar.
Parecería fácil emitir un informe y buscar al comerciante. Sin embargo, no lo es en la práctica. Esta tarea se complica cuando el expendedor de alimentos no cuenta con el permiso, porque su sitio de expendio no siempre es en la misma zona y la búsqueda a veces se vuelve imposible.
Con los alimentos en los mercados municipales también hay tareas previstas. La comida que se prepara en estos centros de abastos también será estudiada y sus expendedores también deberán recibir capacitaciones. José Ruales, secretario de Salud Municipal, explicó que junto con otras secretarías y entidades municipales se pone en marcha un plan que incluye una limpieza integral de los espacios y un control de plagas. Además, se prevé trabajar con Urbanimal, para abordar la proliferación de perros en estos sitios.
En contexto
La proliferación de ventas de jugos de naranja en las calles motivó a la Secretaría de Salud Municipal a analizar estos productos en cinco administraciones zonales. Los resultados de las muestras generaron un debate sobre el consumo de comidas en la calle.