Redacción Machala
En Playita Sur nadie descansa. Este canchón de 2 hectáreas, a un costado del canal internacional de Zarumilla, en la frontera con Perú, es el punto de encuentro de vendedores informales y jornaleros.
Como hormigas, decenas de ellos cruzan el canal. Cargados de bultos, sortean los endebles puentes de madera cruzados sobre el acueducto binacional.
En Playita Sur se respira un aire nauseabundo. Es el olor del pescado, que cada mañana llega al lugar, se descarga y se limpia. Las vísceras y el pescado podrido van directo al canal.
“No hay dónde botar, lo más cerca es echar todo al canal”, dice Andrés Chamba, uno de los jóvenes de Huaquillas contratados para cargar el producto.
Esa imagen podría cambiar pronto. Ecuador y Perú acordaron levantar un muro de 3 m de alto a lo largo de las zonas pobladas del canal. La pared, hecha con hormigón, flanquea ambos lados del canal. Cuando esté terminada, la estructura impedirá que los pobladores de Huaquillas y de su vecina Aguas Verdes, en el lado peruano, arrojen la basura en él.
Entre la margen del canal y el cerco hay un espacio de 10 y 12 metros, que hará de vía de servicio. Por allí transitan, ahora, las taximotos peruanas.
La construcción del muro avanza actualmente hasta Playita Sur. Allí se detuvo, por el reclamo de los comerciantes informales y dueños de pequeños negocios ilegales (contrabando de gas y gasolina, en su mayoría) que por años se han ubicado en la margen del ducto. En el lado ecuatoriano, un grupo de ellos, comerciantes de mariscos, ya fue reubicado en Playita Sur. Otros 80 también deberán dejar el lugar.
El alcalde Manuel Aguirre afirma que esos negocios están usurpando un área pública donde, además de servir para proteger el canal, se ha proyectado levantar un corredor turístico.
Paco Ávila, presidente de la Asociación de mariscadores Pesca Sur, una de las dos que trabajan en ahí, cree que el fin del cerco es frenar el contrabando por el canal.