Algunos dueños de los buses del puerto manabita pusieron sus unidades en venta. Foto: Patricio Ramos / EL COMERCIO.
El Municipio de Manta y los transportistas del servicio urbano acordaron esta semana trabajar en la elaboración de un proyecto para analizar la tarifa del pasaje urbano.
Este estudio tiene que estar listo hasta fines de este año.
El alcalde Jorge Zambrano dice que el Municipio ya tiene las competencias del tránsito y la propuesta es convocar a la población, técnicos en transporte y autoridades locales para analizar “técnicamente y no políticamente” sobre cuál sería la tarifa adecuada, según la realidad de Manta.
“Nuestro Municipio no recibe dinero, solo tenemos las competencias, si algún momento nos entregan las competencias con recursos creo que hasta podríamos subsidiar una parte del transporte”. Mientras se desarrolla el análisis, algunos transportistas urbanos mantenses venden sus unidades y sus puestos. “Transportar pasajeros en el área urbana de Manta ya no es rentable, se trabaja a pérdida, todo sube, menos la remuneración por el servicio que damos”, asegura Bosco Castro, dirigente de la Federación de Transportistas Urbanos de Manta (Fetum).
Según Castro, 25 de los 174 propietarios de buses que circulan por el puerto pusieron en venta sus unidades. Otros 50 analizan esa posibilidad.
Adhesivos fosforescentes pegados en los parabrisas delanteros de los buses son visibles a 100 metros de distancia. “Se vende con puesto”. A la leyenda se agrega el número de celular del vendedor del vehículo.
Los 174 buses que recorren la zona urbana confluyen en los exteriores de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí y el Hospital Rafael Rodríguez, ubicados en la zona alta de la ciudad.
Las estrechas calles, cercanas a esas instituciones, se han convertido en los parqueaderos de los buses. Allí, don Jaime, quien prefiere omitir su apellido, cuenta que compró una unidad nueva en marzo de este año y aún no la termina de pagar.
Mientras limpia los vidrios de las ventanas del bus asegura que está retrasado con el pago de una letra de USD 1 800. “No sé qué hacer con una letra impaga y pobres ganancias, la única alternativa que se me ocurrió fue poner el bus a la venta”. En los siete meses de trabajo no reunió el dinero para la deuda.
Él compró el automotor en USD 160 000, de los cuales dio USD 30 000 de entrada. Trabaja hasta 15 horas al día para el pago mensual al banco, el combustible y sostener a su familia. En un buen día le quedan USD 80.
Ulises N. es otro dueño de un bus. “Pedimos que se revisaran las tarifas que desde hace casi 15 años no varían. Nadie nos pregunta cuánto gastamos, por ejemplo, en el mantenimiento, en la compra de una llanta que cuesta USD 550 y hay que cambiarla cada ocho meses; o en el cambio de aceite cada 22 días, para lo cual se necesitan USD 100; y así sigue nuestro rosario de gastos”.
Los dos transportistas quieren vender sus buses y dedicarse a otro negocio.
El dirigente Castro indica que solo en 15 unidades trabajan los controladores. Los demás fueron despedidos, porque deben pagarles sueldo básico y afiliarlos al IESS.
Los transportistas cuentan que hay ciudadanos que no quieren pagar los 25 centavos. El conductor Bolívar Bailón manifiesta que de las 600 personas que lleva al día 200 son entre estudiantes, adultos mayores y mujeres pobres. Ellos pagan 10 centavos y a veces una mujer con cuatro hijos solo nos entrega una moneda de 25 centavos.
Para los estudiantes universitarios, los recorridos son cortos. “Las calles están en buen estado en su mayoría, no hay mucho gasto de llantas, si les suben debe ser de acuerdo con la economía de quienes usamos esas unidades”, opina Xavier Quijije, estudiante universitario.
Los 2 626 taxis también quieren una nueva tarifa. Carlos Álava, presidente de los taxistas del puerto, dice que su “aspiración es una carrera mínima de USD 1,50”.
Según Álava, con los taxímetros salen en contra, porque hay carreras que marcan 70 centavos y es frustrante.