El nuevo día, pto. rico, gda y redac. siete díasRubén Blades nunca creyó que tendría su lugar guardado en la música. Y ahora que regresó, todo parece apuntar a que se equivocó.
Tras cinco años desvinculado casi por completo de los escenarios (aunque quizá no de las tarimas, por la condición de político que le llevó a fungir de Ministro deTurismo de Panamá), el 2009 esta leyenda viviente de la salsa comenzó su Tour Todos Vuelven, que traerá a Ecuador el 16 y 17 de abril (Quito y Guayaquil, respectivamente).
Durante su ‘retiro’, se sabe que agarró y sacudió en ocasiones sus maracas, como lo hizo en La Perla, Puerto Rico, el año pasado junto a Calle 13. Tampoco oculta que en ocasiones se sentó a escribir ideas que le venían a la mente.
Una de las últimas bromas que Blades hace sobre él mismo, es que gracias al Himno Nacional de Panamá mantuvo alguna condición musical durante sus años como Ministro y asegura que nunca tuvo una guitarra en su casa mientras exponía a Panamá al turismo internacional.
“No podía estar en la misa y en la procesión al mismo tiempo. Me dediqué al servicio de mi país”. Él salió convencido de que con honestidad y voluntad sí se puede convencer al ciudadano de creer en la política. “Se lo digo a todo el mundo: salí de mi puesto con la confianza de que sí se puede”.
Una vez culminada esa etapa de su vida, Blades ‘el músico’ entró nuevamente en acción; a sus 61 años se siente tan vital (y tan nervioso) como en julio de 1975 cuando se presentó por primera vez en el Madison Square Garden, con su amigo Ray Barretto.
Si bien no son pocos quienes ansían volver a disfrutar de su música (en Puerto Rico ha dado dos conciertos con un intervalo de apenas cuatro meses), Blades no se cree aquello de date fama y échate a la cama. Por eso ha dicho que, como al principio de su carrera, actualmente no puede dar por hecho nada.
Curtido en las lides de la vida y del ‘showbusiness’, Blades mira detenidamente el entorno musical contemporáneo.
Sobre su regreso a los escenarios: “Es que uno nunca sabe lo que va a pasar. Uno no puede llegar creyendo que le agrada a la gente. El lugar de uno, físico o espiritual, nunca te lo guardan. Por eso trabajo con honestidad y gracias a que trabajo así recibo honestidad de vuelta”.
De su preocupación más reciente, que era su condición musical tras un alejamiento largo, con la que ya saldó cuentas, dice: “No sabía cómo me iba a ir en un concierto de dos horas y pico. Eso, gracias a Dios, ya lo solucioné en los primeros conciertos. Estoy cómodo. Me siento bien. Estoy saludable. El grupo está tocando bien. Acoplado. Mejor que antes”.
Muy serio, sin rastro del bromista que lo habita, confiesa: “Noto a una industria musical más degenerada que cuando hice el paréntesis hace cinco años. La degeneración pasa de las casas disqueras que hieren al músico, a las regalías que son prácticamente nulas, hasta convertir la música en un bazar en donde las cosas se las regalan a los que ni escribieron ni cantaron ni tocaron”.
“Sobrevivimos de los espectáculos porque no nos han clonado todavía. Por ahí vendrá un tipo que lo haga”, agrega con algo de pesimismo.
Entre tanto, Blades suena potente, es capaz de dar un concierto de tres horas y, también, se las ingenia para reconectarse con su público a través de Internet.
Gracias a SDRB (El Show de Rubén Blades) un podcast semanal que cuelga en su página web, él contesta la preguntas de sus seguidores, muchos de ellos músicos, les da consejos, cuenta sus anécdotas y también lo que piensa de la vida, a la que le canta.