La Nación, Argentina y Redacción Siete Días
Cada vez más niños se tienden en el diván. Depresión infantil, déficit atencional (ADD), trastorno general del desarrollo (TGD), trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y hasta bipolaridad son diagnósticos frecuentes entre psicólogos y psiquiatras. Además de la predisposición genética, las razones de este incremento se encuentran en la aceleración del ritmo de vida y en la intensificación del uso de tecnología en la vida de padres e hijos, lo que perjudica la relación entre ambos.Alejandra Cattan, médica psiquiatra argentina especialista en infanto-juvenil, habla de la depresión infantil como un conjunto de signos y síntomas que permiten identificar un estado de ánimo triste en un niño y que tienen que ver con el aumento de la ansiedad, los trastornos del sueño, déficit a nivel escolar, problemas de conducta y, a veces, trastornos en el vínculo con pares.
“El número de consultas por depresión está aumentando básicamente por el ritmo de vida que hoy tenemos y también por la instalación de las nuevas tecnologías en la vida de estos niños. Nosotros vemos muchos chicos que pasan mucho tiempo frente a la televisión, a la ‘compu’, al iPod y eso hace que cambie el vínculo humano por uno virtual”.
Aclara que también hay una asociación genética: en aquellas familias cuyos padres o abuelos tuvieron una depresión hay cierta predisposición en la segunda o tercera generación, de ahí la importancia de indagar en los antecedentes.
Verónica Freile, psicóloga ecuatoriana experta en familia y desarrollo humano, dice que existen factores ambientales y genéticos en este problema.
“Los niños de ahora son estimulados desde muy pequeños, vienen con un chip incorporado. Están más expuestos a la tecnología y eso hace que sean más rápidos. Al ser más rápidos son mucho más difíciles de satisfacer, porque el ambiente los hace más curiosos; son niños insaciables”.
También depende de la educación de los padres. Hay padres más tradicionales y reservados que estimulan a sus hijos de otra manera. “Estos chicos son más manejables y amoldables al medio”.
Con el iPod, el Wii, la televisión, la computadora y los videojuegos los niños no necesitan del contacto de una segunda persona, se encierran en su propio mundo.
“Son niños que han perdido destrezas sociales, niños que se comunican mucho a través de mensajes pero son incapaces de decir a la persona en la cara aquello que están sintiendo. Esto es más fácil para ellos”, dice Freile.
Además, insiste en que la situación es muy cómoda para los papás. Compran una televisión, ponen a los niños delante y no tienen la necesidad de buscar una persona que los cuide. El aparato los cuida por ellos.
Claudio Waisburg, director médico del departamento de Neurología infanto-juvenil del Instituto de Neurología Cognitiva de Argentina (Ineco), coincide en el crecimiento de consultas de familias cuyos niños tienen problemas psicológicos. “Este tipo de trastornos de desarrollo y neuropsiquiátricos, según Waisburg, aumentaron en los últimos 15 años; por un lado, porque se diagnostican más y mejor y, por otro, porque existe un factor ambiental que juega un rol importante”.
Así, señala, en alguien que tiene el terreno para desarrollar un cuadro neuroconductual, el acelere, el entorno, la falta de comunicación entre padres e hijos, la parte negativa de las tecnologías, son causas desencadenantes.
El especialista apunta que, según su experiencia, el trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad es uno de los trastornos neuroconductuales más frecuentes con los cuales neurólogos y psiquiatras infantiles se encuentran hoy. Este trastorno también afecta a diferentes ámbitos y espacios como la casa o las actividades recreativas.
Los especialistas coinciden en la importancia de realizar un buen diagnóstico. Luego, recomiendan un abordaje multidisciplinario que involucra a profesionales de la psicología, la psiquiatría, psicopedagogos y un fuerte acompañamiento de la familia.