Bajo el inmenso puente que une Brooklyn con Staten Island, en la entrada de la bahía de Nueva York, buques escuela de diferentes países surgieron de las brumas el miércoles para un majestuoso desfile para conmemorar los 200 años de la guerra anglo-estadounidense de 1812.
En un ambiente digno del filme Piratas del Caribe, los primeros mástiles en verse el miércoles por la mañana fueron los del Juan Sebastián de Elcano, representante de la Armada Española, seguido de los grandes veleros Dewaruci, de Indonesia, y La Belle Poule y Etoile, de Francia.
La presencia latinoamericana es fuerte: los buques escuelas “ Cisne Blanco ” de Brasil, Cuauhtémoc, de México; Gloria, de Colombia; y Guayas, de Ecuador también participan de este puntapié inicial de la Semana Naval 2012, que marca además el primer desfile de barcos de este tipo en Nueva York en doce años.
En total, navegan frente a Manhattan nueve grandes veleros, 14 buques de guerra y una decena de barcos de vela de menor tamaño escoltados por embarcaciones guardacostas estadounidenses que permiten a la prensa seguir el desfile desde el agua.
Tras pasar frente a la Estatua de la Libertad, la flotilla entra en el río Hudson, donde es recibida por el buque escuela estadounidense Eagle, un barco con una curiosa historia ya que fue construido por la Alemania nazi y transferido a Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
“Los barcos son una experiencia visual. No hay nada como esto”, dice a la AFP Paulette Nedrow, del servicio de Guardacostas, mientras el buque indonesio Dewaruci se pasea suntuoso frente a los rascacielos de Manhattan.
Ciertamente el espectáculo es visualmente atractivo, con los cadetes del buque posicionados en los mástiles en una llamativa coreografía, pero también impactante en lo sonoro, ya que suena música militar en cubierta.
Los cadetes del Gloria y el Guayas adoptan la misma posición en los mástiles cuando sus buques desfilan frente al sitio donde se levantaban las Torres Gemelas objeto de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
El continuo tráfico marítimo en la zona obliga a desplegar estrictas medidas de seguridad, con helicópteros recorriendo el espacio aéreo y embarcaciones de la policía de Nueva York a ambos lados de la flotilla para evitar cualquier incidente.
“Este tipo de operativos es muy estricto en cuanto a lo que uno puede hacer y lo que no puede hacer. Aquí está involucrada la Armada estadounidense porque hay buques de guerra en el desfile”, explica Nedrow.
Los navíos remontan el río hasta el puente George Washington, desde donde regresan para amarrar en muelles en Nueva York y la vecina Nueva Jersey.
La Semana Naval (Fleet Week) se celebra en Nueva York desde 1984 y está marcada por decenas de demostraciones militares, visitas a buques y la presencia en la ciudad de miles de marineros, marinos y personal del servicio de guardacostas.
Este año, todo está centrado en el bicentenario de la guerra anglo-estadounidense de 1812, que duró hasta 1815 y y es considerada la consolidación de la independencia de Estados Unidos.
Si la combinación de las embarcaciones de época y la moderna arquitectura neoyorquina ofrecen un bello contraste, Paulette Nedrow, que ha participado en varios desfiles en sus más de 30 años con el servicio de Guardacostas, admite de todos modos que las flotillas ya no son las de antes en cuanto a su número.
“Solíamos tener desfiles más grandes. Parece que la economía actual tiene un impacto y los países piensan dos veces antes de enviar barcos”, comenta con una sonrisa antes de volver a los trabajos de maniobra.