La tremenda presión política, el cerco militar y la infiltración rusa a parte de la población de Ucrania no cejan en el intento de consolidar a ese estado de la ex Unión Soviética en la égida rusa.
Vladimir Putin es obstinado y consigue lo que se propone. Por el contrario, los líderes occidentales se muestran impotentes y ni las amenazas del presidente estadounidense, Barack Obama, ni las atenuadas sanciones y presiones a personalidades de Rusia consiguieron resultado alguno.
El periodista Marc Basset, en Diario El País, sostiene que la renuncia a imponer sanciones unilaterales por parte de la Casa Blanca y el descarte de ayuda militar es consecuencia de la cita con Ángela Merkel en Washington. Entonces, al parecer, solo se refrendaron amenazas si los gobiernos de la Unión Europea y EE.UU. comprueban que Rusia boicotea las elecciones en Ucrania del 25 de mayo.
Parecería que los ciudadanos ucranianos pueden esperar. Los últimos muertos, que se cuentan 49, esos sí ya no esperarán más. Esas personas partidarias de la separación: Prorrusos. Contra ellos arremetió el ejército ucraniano desesperado por mantener el orden aun cuando el alto precio que se pague sea en vidas humanas. Dos localidades ucranianas anunciaron su voluntad de separarse. El ministro ucraniano Arsen Avakov dijo que los terroristas (los separatistas) abrieron fuego con armas pesadas al Ejército regular.
El tenso escenario no parece tener un fin lógico ni rápido. Todo empezó con las protestas que derribaron al gobierno ucraniano, acusado de concentrar el poder. Al poco tiempo la movilización de tropas rusas, la expresión de Crimea de separarse de Ucrania y la presión de Rusia por hacerse del favor de Ucrania frente a un potencial acuerdo de este país con Europa son el trasfondo. A l fin y al cabo y el juego del poder, la geopolítica, el diseño del tablero, los intereses y visiones, todas ellas con sus propios argumentos. Ucrania, entre dos aguas. Europa y Rusia la pretenden.