La oposición ucraniana, encabezada por el ex boxeador Vitali Klitschko, denuncia que Ucrania se está convirtiendo en “Estado policial” e incluso en una “dictadura” comparable a la existente en Corea del Norte, ante el ataque reciente del Parlamento a la libertad de reunión y de prensa.
Mediante un procedimiento de urgencia, la Rada Suprema de la ex república soviética forzó la aprobación de varias leyes con las que la cúpula ucraniana pretende aumentar su control tras casi dos meses de protestas antigubernamentales en las calles de Kiev, protagonizados por la oposición prooccidental.
Los críticos en Kiev advierten que llevarán a importantes retrocesos democráticos, pero el presidente ucraniano, el prorruso Viktor Yanukovich, hizo caso omiso a las protestas internacionales y ratificó las leyes en la noche del viernes.
Según las nuevas leyes, la difamación volverá a ser delito, como lo era hace 13 años. Los periodistas que publiquen, por ejemplo, fotografías que para el Gobierno no son “apropiadas” podrían pasar hasta dos años en prisión. Además, la normativa también evitaría informaciones sobre la extendida corrupción, como la publicada por la periodista Tatiana Chornovol, que fue atacada por desconocidos a fines de diciembre y tuvo que ser hospitalizada.
El Parlamento dominado por el gobernante Partido de las Regiones, también puso en el punto de mira las “creativas” formas de protesta de la oposición, al decretar, por ejemplo, la necesidad de permiso para circular a los convoyes integrados por más de cinco automóviles, en respuesta al uso reiterado de decenas de vehículos para bloquear el camino a sus casas a los miembros del Gobierno.
Quizá también estén prohibidos los atascos de tráfico, comentó sarcásticamente Katya Gorchinskaya, vicerredactora jefe del diario crítico al gobierno “Kyiv Post”.
Desde prisión, la líder opositora Julia Timoshenko llamó al pueblo a volver a las barricadas el domingo, un llamamiento que en principio no tuvo mucha repercusión entre los opositores al gobierno, entre los que reina el desconcierto. Cientos de personas siguen ocupando la Plaza de la Independencia (Maidan) de la capital ucraniana, desde que comenzaran las protestas a finales de noviembre contra la decisión de Yanukovich de negarse a firmar en el último momento un acuerdo de acercamiento a la Unión Europea (UE), calificado de histórico por los opositores.
El Ministerio del Interior se comprometió a no desalojar la plaza con violencia, pero las autoridades tampoco tienen en realidad necesidad de actuar, ya que la cifra de manifestantes se reduce día a día.
Y con las nuevas leyes, las autoridades tienen ahora en sus manos más medios de presión: los cascos y objetos acolchados con las que los manifestantes se protegen de los golpes de la unidad especial Berkut, estarán prohibidos en el futuro.
Además, la instalación de carpas, escenarios y el uso de altoparlantes requerirán de un permiso. A muchos las normas les recuerdan a la vecina Rusia liderada por Vladimir Putin. Y es que también en Ucrania las organizaciones no gubernamentales que reciban fondos del exterior serán estigmatizados de “agentes extranjeros”, como ocurre en Moscú. E incluso en muchos casos las sanciones serán más altas en Ucrania que en Rusia.
“Bienvenidos al Estado policial. Nosotros lo denominamos la pequeña Rusia”, escribió la periodista Gorchinskaya. El procedimiento de urgencia de la Rada es una “ducha intimidatoria” para todos aquellos que siguen creyendo que Ucrania está en camino a un Estado de derecho, opina el publicista Vitali Portnikov.
Algo que también se dirige a la UE que, pese a la suspensión provisional del acuerdo de asociación, manifestó su disposición al diálogo con Kiev, mientras opositores como Klitschko instan a Bruselas y Washington a imponer sanciones como las existentes contra la vecina Bielorrusia.
Batallas callejeras siguen.
Tras los más de 200 heridos que dejaron el domingo los enfrentamientos entre manifestantes opositores al gobierno y la policía, cientos de civiles radicales volvieron a protagonizar ayer actos violentos que las autoridades judiciales calificaron de “golpe de Estado”.
Opositores prooccidentales lanzaron ayer piedras y artefactos incendiarios contra miembros de la unidad policial Berkut, conocida por su brutalidad. Unos 500 manifestantes seguían ayer apostados cerca del barrio del gobierno en el centro de la capital ucraniana.