Las autoridades de Cuba decidieron apostar al fortalecimiento del turismo internacional con opciones que, como los campos de golf, podrían resultar lujos impensables en la era revolucionaria.
Mientras tanto, el gobierno busca diseñar la estrategia más adecuada para sacar adelante la deprimida industria azucarera.
Con zafras que en momentos de bonanza lograron más de ocho millones de toneladas de azúcar, la otrora locomotora de la economía cubana fue definitivamente desplazada por el sector turístico, que genera ingresos anuales por USD 2 000 millones y da muestras de buena salud.
El ministro de Turismo, Manuel Marrero, anunció que el Gobierno aprobó “una política de desarrollo inmobiliario vinculada al turismo”, como parte de la estrategia para potenciar esta industria, que después de la venta de servicios médicos es la segunda fuente de divisas.
Próximamente “saldrá el instrumento jurídico que regula esos negocios en marinas (puertos deportivos), campos de golf y otras inversiones turísticas” para desarrollar regiones vírgenes y esas actividades de esparcimiento, de los cuales se negocian ya 13 proyectos, dijo Marrero, en el inicio de la Feria Internacional de Turismo FIT-Cuba 2010.
Otras fuentes añadieron que la idea es construir 29 campos de golf en los próximos 15 años.
En contraste, la actual cosecha de azúcar llegó a su etapa final con la perspectiva de ser la peor en más de 100 años. “Desde 1905, el país no registraba una campaña azucarera tan pobre”, comentó lapidario el progubernamental diario Granma en su edición del miércoles.
La mala noticia no sorprendió. Se conocía con bastante antelación que las cosas andaban muy mal, con atraso y resultados por debajo de lo esperado. Ahora la zafra va a extenderse hasta mayo, que coincide con el inicio del período lluvioso. Las lluvias, aunque sean menores debido a la sequía que afecta al país, podrían dificultar la continuidad de las operaciones. Cuba debe satisfacer con su producción azucarera anual el consumo interno de unas 700 000 toneladas y responder a compromisos de comercio externo de otras 400 000 toneladas. En el pasado reciente, el país debió importar azúcar de Brasil y Colombia para responder a esas necesidades.
Granma culpó del desastre azucarero a una mala política de planificación y falta de control, así como de comprometer el desarrollo de la industria al moler caña reservada para la zafra del año próximo. La fuerte crítica se publicó 48 horas después de la destitución de Luis Manuel Ávila del cargo de ministro del sector, por “deficiencias en su trabajo”.
El gobierno busca desde hace tiempo una estrategia para sacar del bache a la industria azucarera, empequeñecida tras una reestructuración en el 2002 y 2004 que redujo las tierras dedicadas a la caña y cerró más de la mitad de sus 156 ingenios.
Mientras el turismo, la primera rama abierta al capital foráneo en esta isla hace dos décadas, prepara condiciones para crecer más. Los planes abarcan la campaña ‘Auténtica Cuba’, para promover el turismo a ciudades menos visitadas y resaltar los valores de la identidad y cultura del país, que en lo que va del año recibió más de un millón de viajeros y tuvo ingresos 4,1% mayores que el pasado año.
También está previsto modernizar la planta hotelera de 50 000 habitaciones y aumentarla en 20 000 en los próximos cinco años.
La industria se propone además explotar en mayor medida el turismo ecológico.
Cuba ocupaba en 1990 el lugar 23 en el mundo en cuanto a su industria turística medida por el número de visitantes recibidos, con un promedio de 340 000 anuales. Sin embargo, en los últimos seis años, de manera consecutiva, superó los 2,4 millones de viajeros y escaló a la novena posición dentro de los destinos preferentes de la región.