La victoria por una mínima diferencia del candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional de El Salvador sobre su rival de Arena para la presidencia muestra un país dividido.
El acuerdo de paz consiguió una oportunidad civilizada de procesar las diferencias. Las fuerzas radicales en conflicto pusieron cese a una guerra civil con la sangrienta factura de 50 000 muertos en los 80’s.
La guerrilla, que agrupó a distintas facciones y partidos de izquierda confrontó a los regímenes civiles que usaban la fuerza contra luchadores populares y de forma cruenta. Eran tiempos en que gobernó la Democracia Cristiana.
La derecha optó también por una forma violenta y radical y surgió Arena, un partido que comandó el ex militar Roberto D’ Aubisson.
El crimen horrendo se tomó la agenda diaria. El asesinato brutal del Obispo Oscar Arnulfo Romero, en pleno servicio religioso, ilustra la radical confrontación. Del asesinato se imputó a D’Aubisson y a los escuadrones de la muerte.
El camino del diálogo de paz permitió que las fuerzas más radicales de la derecha e izquierda convivan en una alternancia democrática sana aunque difícil.
El domingo la segunda vuelta electoral selló el triunfo magro de Salvador Sánchez Cerén, uno de los cinco comandantes guerrilleros del FMLN, como nuevo Presidente surgido de las urnas. La coalición de izquierdas repite con otra figura, tras haber auspiciado la candidatura del Presidente Mauricio Funes. Sánchez Cerén fue vicepresidente del ciclo que termina.
El FMLN le ganó a Arena por 50,11% contra 49,89% , el 0,22%, con cerca de 7 000 votos. Pero el candidato derechista Norman Quijano, Alcalde de San Salvador, no reconoce la derrota proclamada por el Tribunal Supremo Electoral.Con una diferencia mínima la gobernabilidad es frágil. Cabe apelar a la sensibilidad del pueblo salvadoreño y sus líderes para optar por la paz con todas sus dificultades luego de la dura lección de una guerra fratricida e inútil.