Estados Unidos advirtió ayer a Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU que lo ocurrido en Crimea “no puede repetirse en otras partes de Ucrania”. Su embajadora Samantha Power precisó que Washington estaba listo para tomar medidas adicionales en caso de que la “agresión” rusa continúe.
El máximo órgano de Naciones Unidas se reunió tras el referendo celebrado en la península ucraniana, y la decisión de Rusia de incorporar ese territorio.
Como respuesta, el embajador ruso, Vitaly Churkin, afirmó que el referendo celebrado el domingo fue “la expresión de libertad del pueblo de Crimea” y volvió a acusar a Kiev y Occidente de ser los responsables de la situación actual.
Por su lado, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, manifestó ayer en Washington su temor de que Crimea no sea más que el primer paso de una “estrategia” más amplia del presidente ruso, Vladimir Putin, para mantener la “inestabilidad” en una región que quiere evitar se aproxime a Europa.
El subsecretario general de la ONU, Jan Eliasson, advirtió de una escalada “peligrosa” de las tensiones en Crimea que amenaza con tener implicaciones para la paz y la seguridad de la comunidad internacional.
“Los últimos acontecimientos han aumentado las tensiones y han añadido nuevos niveles de complejidad a una situación ya de por sí precaria”, dijo Eliasson frente al Consejo de Seguridad para abordar la crisis entre Ucrania y Rusia.
Y mientras en Sebastopol fuerzas pro rusas tomaron sin violencia el cuartel general de la Marina ucraniana y arrestaron provisionalmente a su comandante en jefe, tras lo cual unos 50 soldados y sus comandantes abandonaron el edificio, desde Kiev se conoció que las autoridades ucranianas quieren establecer un visado obligatorio para el ingreso al país de los ciudadanos rusos.
La medida afectaría a millones de personas en Rusia que tienen parientes en Ucrania. Además, implicará que los habitantes de Crimea que cambien su pasaporte ucraniano por el ruso deberán necesitar visa para ingresar al país.
Putin busca acelerar el proceso de integración
Vladimir Putin quiere unir la península de Crimea al territorio ruso lo más rápido posible, con la construcción de un gran puente y la puesta en marcha de trenes. Al Presidente ruso no parece importarle que Occidente siga considerando ese territorio como parte de Ucrania.
Recientemente “coronado” por la revista Forbes como el hombre más poderoso del mundo, Putin acepta las sanciones y el aislamiento internacional a cambio de esta “victoria”.
Tampoco le preocupa la amenaza de ser expulsado del G8, aseguran los comentaristas de la emisora de radio Echo Moskwy, crítica con el Kremlin. No pocos creen que Occidente se conformará con las sanciones, que dañan la imagen de Rusia pero no tienen efectos para las estrechas relaciones comerciales, importantes para ambas partes.
Y entre la mordaz prensa de Moscú apenas se encuentran críticas a la política del Kremlin que ha logrado la “histórica reunificación de Crimea” con Rusia. Una y otra vez se habla del “triunfador” Putin. El actual golpe en Crimea no le vendrá mal de cara a las elecciones presidenciales del 2018.
En estos días de alegría por lo conseguido en Crimea, parece haberse olvidado que en Rusia la propaganda controla a la opinión pública, que hay opositores a Putin encarcelados o bajo arresto domiciliario y que muchas páginas web críticas con el Kremlin están prohibidas o bloqueadas.
Pero, ¿se trata de una verdadera victoria? En Moscú hay distintas opiniones. Según los cálculos, la anexión de Crimea le costará a las arcas rusas hasta USD 4 000 millones anuales, que se destinarán, entre otros, a pagar mejores pensiones a cientos de miles de jubilados.
Sin embargo, los analistas cuentan también con que Rusia pueda dejar de pagar la elevada tasa que satisfacía hasta ahora para poder tener destacada a la Flota del mar Negro en Sebastopol.
Además, Crimea produce y exporta gas y la empresa estatal rusa Gazprom tiene desde hace tiempo la vista puesta en las reservas de materias primas del mar Negro.
Putin ha consolidado su autoridad en el país y, para regocijo de muchos rusos, mostró la nueva fortaleza de Moscú, escribe el diario Vedomosti. Pero, sobre todo, la anexión de Crimea está sirviendo a la propaganda estatal para desviar la atención de graves problemas sociales y económicos.
Ahora muchos se acuerdan de las imágenes de confrontación de la Guerra Fría. Y Moscú, potencia energética y atómica, no ha dejado duda alguna a Occidente de que el futuro será igual de contundente.
“Los últimos acontecimientos han aumentado las tensiones en una situación precaria” Jan Eliasson Su bsecretario General de la ONU.