El Universal y Red. Mundo
‘Aún estoy en tierra, en el sector cuatro. El siguiente intento para el lanzamiento será el 17 de diciembre. Los ingenieros están buscando que funcione”.
Este es uno de los últimos mensajes de Robonaut difundidos por su cuenta Twitter: @AstroRobonaut.
Desde el 5 de noviembre pasado, la espera se mantiene. Para esa fecha estaba programada la última misión del transbordador espacial Discovery. El objetivo: realizar tareas de mantenimiento en la Estación Espacial Internacional.
Como parte de la tripulación está Robonaut, conocido como R2, recordando al androide de la saga de películas la Guerra de la Galaxias. Pesa 136 kilos y mide aproximadamente un metro desde la cintura a la cabeza y 60 centímetros de hombro a hombro. Cuenta con brazos extensibles, manos con movilidad rotatoria y sus cinco dedos tienen capacidad para agarrar 2,5 kilos cada uno. Tiene niquelado y aluminio.
Su cabeza es un casco dorado con un cristal ahumado a la altura de los ojos, donde alberga su equipo de visión. Robonaut posee cinco cámaras, dos le proporcionan la visión estéreo, dos operan como auxiliares y tiene otra infrarroja en la boca.
Sin embargo, R2 piensa literalmente con su estómago, ya que el torso era el único lugar con espacio suficiente para instalar los 38 procesadores que le dan la capacidad de operar. Cuenta, además, con una mochila en la que está el sistema de conversión energética, básicamente de donde se enciende y se apaga, que podría utilizar en caso de que fuera enviado a explorar la superficie de algún planeta para llevar las baterías que necesita.
Según se desempeñe en sus funciones, la NASA actualizará su software y tal vez algún día pueda salir al exterior de la estación para ayudar a los astronautas a hacer reparaciones o trabajos científicos. En la página YouTube hay animaciones que lo muestran en acción.
R2 ha pasado por una gran cantidad de pruebas para embarcarse en este vuelo como test de vibración, resistencia al vacío y a la radiación. Los materiales que lo componen han sido probados para que cumplan los requisitos de seguridad y se le ha añadido una cubierta que reduce las posibles interferencias electromagnéticas que se puedan presentar.
“Este proyecto es el ejemplo de que la próxima generación de robots puede funcionar en la Tierra y en el espacio, no sustituyendo a los humanos sino como un compañero que puede desarrollar tareas de apoyo claves”, señaló John Olson, director de la oficina de Sistemas de Integración de Exploración de la NASA.