Los sabores más conocidos por la humanidad son: ácido, salado, dulce y amargo. Pero existen una gran variedad de alimentos que contienen un quinto sabor. Denominado “umami” o “saboroso”, palabra acuñada por los japoneses para describirlo. El quinto sabor está asociado a un aditivo alimentario, el glutamato monosódico (GMS).Los aditivos alimentarios son sustancias que se agregan a los alimentos intencionalmente con el fin de modificar sus propiedades, mejorar su técnicas de elaboración o conservación. El consumo promedio anual de los aditivos alimentarios es de 33 libras por habitante.
El glutamato es uno de los aminoácidos más comunes en la naturaleza y posee una función importante como potenciador del sabor. Incorporando el GMS a las comidas, se favorece el sabor, aumenta el apetito y añade “umami” que puede describirse como un sabor salado con un gusto a carne o caldo.
Fideos con salsa de tomate, carne o pollo con una sabrosa salsa de hongos, mariscos refritos, hasta las papas fritas: todos llevan este saborizante, el más popular de la gastronomía.
En su forma artificial, “la esencia del gusto” se agrega a numerosos platos para dar el toque que resalta el sabor original de los alimentos convirtiendo un plato corriente en un platillo sabrosos y delicioso.
Se lo emplea no solo en alimentos preparados y procesados, sino también en las mezclas de especias, en las clásicas pastillas de caldo Maggi, en salsas de soya, aliños para ensaladas y en productos a base de carne o pescado.
Se requiere solo una cantidad pequeña para conseguir un sabor óptimo. Su uso en alta concentración es considerado tóxico y puede producir “el Síndrome del Restaurante Chino”, un conjunto de afecciones que incluyen dolores de cabeza, náuseas y hasta vómitos.
En la lista de ingredientes de las etiquetas, se encuentra esa sustancia natural identificada como ‘glutamato monosódico’ o E621.